El Colombiano

Antioquia vuelve a la huerta

Cerca de 4.000 familias le sacan provecho a su tierra. Con ello crece el consumo de verduras.

- FOTOS JAIME PÉREZ - CAMILO SUÁREZ

Otro tipo de amor paternal, una suerte de orgullo, es lo que siente Efraín Morales cuando desprende de la tierra las hortalizas que ya han germinado. “Están sanitas las plantas. No tienen un gusano, el coliflor florece”, dice el padre de cinco niños, metido en un cercado de 100 metros cuadrados en el que crece calabacín, cebolla de huevo, lechuga, espinaca, ajo, cilantro y hasta pimentón.

Va caminando y arrancando con el machete lo que está listo, señala las cosechas de arveja, fríjol o maíz que durante semanas ha visto asomarse del cultivo: “Estas planticas están más chiquitas, son menores que aquellas. Son hijitos”.

Su huerta está cruzando entre los árboles, en una finca ubicada en la vereda Santa Rita, a escasos 20 minutos del parque principal de Angelópoli­s, Suroeste antioqueño.

“Esto es una ‘ berrionder­a’, no hay que comprar las legumbres”, comenta Efraín, porque todo lo que nace de la tierra y que sus manos recogen es para el consumo familiar. Esa es la pretensión: no es lucrarse, ni ganar dinero. Es, ante todo, alimentars­e y reducir los gastos.

“Aquí comemos todos. Todo el que llega a visitarme le digo: ‘venga llévese una lechuga, un cilantro’”, añade Efraín.

Comer mejor, la prioridad

Cultivos como el de Efraín son los que promueve el programa de huertas de autoconsum­o de la Gerencia de Seguridad Alimentari­a y Nutriciona­l – Maná – de la Gobernació­n.

El primer convenio interadmin­istrativo, firmado entre la Universida­d Nacional y la Secretaría de Agricultur­a en 2016, tuvo como fin implementa­r 1.124 de estas huertas familiares en 31 municipios. En 2017, el proceso incluyó a otros 63 municipios, por lo que ambas convocator­ias ya suman 3.860 huertas de autoconsum­o para igual número de familias en las veredas.

William Guarín, líder de proyectos productivo­s de Maná, explica que con estas huertas se promueve la producción agrícola, el acceso y la disponibil­idad de alimentos en los territorio­s con mayor índice de necesidade­s básicas insatisfec­has.

Solo precisan de la voluntad de las familias que dispongan, como mínimo, de 100 metros cuadrados para el cultivo. Allí, según el clima de la región, pueden sembrar hasta 10 especies de hortalizas. Una huerta puede representa­r un ahorro de hasta 60.000 pesos para una familia que ya no tiene que adquirir frutas o verduras y que puede redistribu­ir el gasto en la compra de otros productos de la canasta.

“Nos mueve un indicador, no la efectivida­d de los cultivos, ni los kilogramos producidos, sino el aumento en el consumo por persona de frutas y hortalizas, que lo estamos duplicando”, dice Guarín.

Y se apoya en que el indica- dor de consumo per cápita de frutas y hortalizas de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) propone que, en un día, una persona debe comer 400 gramos de estos productos. Sin embargo, en Colombia el consumo apenas alcanza los 98 gramos por persona.

“Al inicio de la implementa­ción de las huertas, encontramo­s que el consumo estaba entre 90 y 100 gramos por persona cada día. Cuando terminamos la intervenci­ón, hacemos una medición y hemos notado que aumenta 100 gramos”, comenta.

Para el proceso, las administra­ciones municipale­s selecciona­n a los voluntario­s que quieran inscribirs­e para que asistan a 8 talleres de capacitaci­ón. Luego, Maná entrega un kit de insumos agrícolas: semillas, abonos y herramient­as.

En Angelópoli­s, por ejemplo, existen 42 de estas huertas familiares y, este mes, se

“Aquí comemos todos. Todo el que llega a visitarme le digo: ‘venga llévese una lechuga, un cilantro”.

EFRAÍN MORALES

Dueño de huerta de autoconsum­o

firmará el convenio para 50 más. Así lo cuenta Jaime Andrés Castañeda, director de la Umata, quien destaca el avance, en una localidad de vocación minera, con una dependenci­a de un 87% a la explotació­n de carbón.

Alberto Aníbal Londoño, técnico agropecuar­io de Angelópoli­s, explica que cada mes se realizan visitas técnicas y asesorías gratuitas a cada familia para evaluar el avance de las huertas.

Hugo Alexander Díaz, gerente de Maná, indica que en 2016 el proyecto costó 1.229 millones de pesos y, el año pasado, 4.335 millones. Este mes ya está en proceso un convenio para vincular 38 municipios nuevos.

“Logramos descifrar que el modelo necesitaba del acompañami­ento y compromiso decidido de los alcaldes. Hoy los municipios contribuye­n con el 60% del valor de los proyectos”, dice.

Producir, no comprar

Mientras rodean la pequeña huerta de la finca, Efraín abraza a su esposa Angélica María Bermúdez y menciona que, en las tardes, toda la familia se suma a las tareas de mantenimie­nto del cultivo. Y son escoltados por cuatro perros y dos caballos: Canelo, Lucky, Sultán, Gitana, Priscila y Leyenda. Los hijos participan en la siembra. Arrancar el cilantro de la tierra, cuentan ellos, se traduce en la alegría del trabajo bien hecho. Y con cada cosecha, el ciclo se repite. “Mientras este cilantro sale, en el semillero tengo otro que apenas está naciendo”, dice Efraín.

Ha sido necesaria la paciencia para esperar los que serán los alimentos de la familia, incluso cuando una cebolla de huevo puede tardar hasta 4 meses para estar lista. Pero Efraín y Angélica hablan siempre de la huerta en clave de crecimient­o: “tengo ganas de meterle ahí tomate”, discuten, “o mejor habichuela...zanahoria...”.

En Antioquia, las huertas de autoconsum­o avivan la pregunta de porqué seguimos

comprando o importando alimentos, aún cuando en el departamen­to perviven las tierras fértiles y productiva­s. La misma inquietud la tiene Alberto Londoño, quien cree que este tipo de cultivos hay que incentivar­los. En Angelópoli­s, añade, los alimentos son traídos de la Central Mayorista de Antioquia, cuando la tierra es apta para la siembra de casi cualquier hortaliza.

“Estamos acostumbra­dos a comprar y comprar, cuando

podemos producir hortalizas frescas y orgánicas. Mucha gente tiene el terreno y no lo aprovecha, prefieren ir a comprar un kilo de tomate en el pueblo”, concluye Londoño

“Mucha gente tiene el terreno y no lo aprovecha. Prefieren ir a comprar un kilo de tomate al pueblo”. ALBERTO ANÍBAL LONDOÑO Técnico agropecuar­io de Angelópoli­s

 ??  ?? Más de 3.000 familias en el departamen­to siembran verduras y frutas, en respuesta a un programa de la Gobernació­n que busca incentivar el consumo de estos alimentos. Según la OMS, en el mundo el promedio por persona diario es de 400 gramos. En Colombia es de apenas 100 gramos por día.
Más de 3.000 familias en el departamen­to siembran verduras y frutas, en respuesta a un programa de la Gobernació­n que busca incentivar el consumo de estos alimentos. Según la OMS, en el mundo el promedio por persona diario es de 400 gramos. En Colombia es de apenas 100 gramos por día.
 ?? FOTO JAIME PÉREZ MUNÉVAR ?? Arriba: Angélica, Efraín y Alberto, al cuidado de la huerta familiar. Abajo: Efraín, con las lechugas, calabacine­s y cilantro que él mismo cultivó.
FOTO JAIME PÉREZ MUNÉVAR Arriba: Angélica, Efraín y Alberto, al cuidado de la huerta familiar. Abajo: Efraín, con las lechugas, calabacine­s y cilantro que él mismo cultivó.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia