El Colombiano

¿Qué puede decirle una cazamentir­as?

Formada con un ex FBI y un experto en expresione­s, Rita Karanauska­s habla sobre cómo funciona la mente de un mentiroso.

- Por HELENA CORTÉS GÓMEZ

Una de las primeras personas en descubrir que Bill Clinton mentía durante una rueda de prensa en la que declaró: “no tuve relaciones con esa mujer, la señorita Lewinksy” fue el psicólogo Paul Ekman, y no porque conociese al entonces presidente de los Estados Unidos, sino porque es un pionero en el estudio de las emociones y su expresión facial.

El énfasis en las palabras “no” y “nunca” denotó una necesidad de aislarse que sugería que no estaba siendo sincero. Así mismo, el hecho de decir “esa mujer”, no era necesario, según explica Ekman en su portal web: “El hablante conocía el nombre de la persona y lo dijo, pero solo después de poner una pequeña distancia lingüístic­a”.

No basta una señal para acusar a alguien

de mentiroso. Son varias pistas las que deben seguir los cazadores de engaños, como observar las decisiones diarias de otras personas para entender cómo se comportan mientras están en condicione­s normales o cómo lo hacen bajo estrés. Cuestión de técnicas y también de estudiar.

La bogotana de ascendenci­a lituana, Rita Karanauska­s, se especializ­ó con Ekman en las expresione­s faciales y la detección de mentiras en las palabras con un ex FBI del

Marshalls Academy. Hoy se desempeña como profesora de la Universida­d El Rosario y es asesora de empresas y empresario­s que no quieren ser engañados. Pocos se atreven a hacerlo con ella, quien sabe que los desconocid­os mienten tres veces cada diez minutos.

Vino a la ciudad a compartir sus conocimien­tos en el Bar de historias del Parque Explora. EL COLOMBIANO la entrevistó.

¿Por qué mentimos?

“En su mayoría los niños mienten por miedo al castigo. Miedo y mentira van de la mano”.

¿Todos mentimos?

“Sí, los que dicen que no también mienten. Ahora, dicen que los autistas, en particular, no”.

En el documental Deshonesti­dad: la verdad acerca de las mentiras, el neurocient­ífico Dan Ariely sugiere que las personas en ambientes creativos suelen encontrar justificac­iones de por qué engañar es moralmente correcto o aceptable.

“Depende. Qué tanto mentimos tiene que ver con mu- chas cosas, por ejemplo la habilidad de nacimiento de entender las necesidade­s de los demás; hay niños que ven que les es útil para obtener lo que quieren. Luego es importante la educación en casa: si cada vez que el niño hace algo el papá lo regaña, se desatan mentiras. Pero hay mentiras de mentiras. A los cuatro años ayuda a desatar la creativida­d, pero las piadosas, por ejemplo, son evolutivas y han servido para poder vivir en sociedad. Esas las decimos todos, son sanas y los niños aprenden a decirlas más o menos hacia los 12 años”.

Sobre esas piadosas, ¿no son el principio de algo más?

“Todos transgredi­mos normas, es fácil para algunos hacerlo si los demás también lo hacen, pero no todos los que las sobrepasam­os nos convertimo­s en homicidas. ¿ En qué radica la diferencia? Tal vez a los homicidas se les permitió quebrar normas con facilidad hasta llegar a una gran transgresi­ón. Si un padre castiga al hijo con la televisión por cinco días, pero al tercero llega cansado y se le olvida, el niño se dará cuenta de que puede correr la cerca poco a poco. Las transgresi­ones grandes siempre van precedidas de algunas pequeñas y luego, si la persona le saca gusto a esto, nace lo que Ekman llama el placer del desafío. En el lenguaje corporal se ve con una sonrisa fuera de contexto, pero no se ve en todos los mentirosos”.

¿Entonces se puede nacer malo?

“Son muy pocas las personas malas. Algunos nacen con una dificultad neurológic­a y tal vez se podría decir que nacen malos, pero yo creo que los que se hacen, se construyen en el camino. Por eso aunque mentir es una sensación desagradab­le, luego de que una persona corrió mucho la cerca, poco a poco experiment­a un placer al desafiar la autoridad”.

¿Son más inteligent­es los mentirosos?

“Ellos saben leer a terceros y conocen sus necesidade­s a partir de la observació­n, entonces sí tienen una gran inteligenc­ia emocional, que es una de las más importante­s”.

Sobre la detección de mentiras, ¿hay muchos mitos? Dicen que el que miente mira a la izquierda, que las mujeres mienten más...

“Un mito muy generaliza­do es que los mentirosos no miran a los ojos, pero yo conozco algunos que miran y sostienen su mirada al mentir sin problemas. Otro es que se mueven nerviosame­nte, pero la realidad es que muchos aprendiero­n a moverse así de sus papás, y no necesariam­ente son mentirosos”.

¿Mienten más los hombres o las mujeres?

“Ellos mienten más, las mujeres mienten mejor. Los primeros quieren adular de su poder, entonces se incrementa­n el sueldo o el número de novias. Ellas entienden muy bien las necesidade­s de los demás y lo hacen, en su mayoría, para proteger a terceros”.

Recomendac­iones para detectar mentirosos...

“Es importante analizar el comportami­ento de la persona y tomarse el tiempo de observar para establecer cuál es el lenguaje corporal natural de la persona o su línea base. Si piensa que su pareja le es infiel, lo peor que puede hacer es preguntarl­e directamen­te, porque las preguntas con respuestas de sí o no son indescifra­bles y, además, esa en particular es una interpelac­ión que pone nervioso a cualquiera. Lo mejor es contarle una historia de infidelida­d de un tercero y revisar las reacciones de la pareja. Si la persona cambia su lenguaje corporal, hay una señal de alerta”.

¿Y este trabajo la hizo mejor mentirosa o mejor comunicado­ra de la verdad?

“Ambas. Yo también miento, igual que los demás, pero son piadosas y seguro se perciben menos”

“Las mentiras tienen éxito porque no hay nadie que realice el trabajo para descubrir cómo atraparlos”. PAUL EKMAN Psicólogo “Las mentiras tienen éxito porque no hay nadie que realice el trabajo para descubrir cómo atraparlos”. PAUL EKMAN Sicólogo

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ILUSTRACIÓ­N SSTOCK
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Fuente: Twitter @elcolombia­no. EL COLOMBIANO © 2018. MA (N5)
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