El Colombiano

LA POLICÍA Y LA DOSIS MÍNIMA... DE GOLPIZAS

- Por CARLOS ALBERTO GIRALDO carlosgi@elcolombia­no.com.co

Un extenso video divulgado en las redes sociales, y hasta ahora no desmentido por las autoridade­s locales ni los superiores de la institució­n, mostró una paliza dada por un grupo de agentes de la Policía a dos jóvenes en las escaleras eléctricas de la Comuna 13.

Aunque se desconocen los detalles por los cuales los funcionari­os descargaro­n golpes y patadas contra los ciudadanos —lo cual no los hace menos responsabl­es de su evidente abuso de autoridad—, es creciente el temor de que esta pueda convertirs­e en escena repetida de las redadas policiales contra el porte y el consumo de drogas ilegales.

La proclivida­d de los uniformado­s a criminaliz­ar a los marihuaner­os y bazuqueros, es decir a los adictos, es histórica. En los barrios populares de Medellín no solo ha sido la policía la propagador­a de ese estereotip­o: también lo reprodujer­on las milicias guerriller­as y las bandas paramilita­res. Viciosos = delincuent­es.

Un Código de Policía y un decreto presidenci­al que transitan por tantas zonas grises, por tantos vacíos en conceptos y protocolos, va a detonar estas palizas tan propias de la conducta del policía raso en este y en casi todos los países. Primero, patadas y bolillazos. Después, explicacio­nes y considerac­iones. Se advierte también que ante situacione­s diversas y confusas proliferar­án las tensiones y las desavenenc­ias de los requisados.

Nuestra policía exhibe notorias debilidade­s en su capacitaci­ón para el autocontro­l ante la resistenci­a o la rebeldía sorpresiva­s del ciudadano, para el manejo de situacione­s extremas de estrés, provocació­n y agresión civil. Las denuncias por abusos policiales de autoridad proliferan en expediente­s de asonadas, operativos, requisas y retenes.

La golpiza citada al principio muestra una suerte de fascinació­n y encarnizam­iento de los agentes con dos transeúnte­s en la Comuna 13, en una situación que no se percibe amenazante o riesgosa para los policías. ¿Quién va a velar por los dere- chos mínimos de quienes sean requeridos en las decenas de “batidas” policiales adelantada­s en el país contra el vicio? Muy en especial con una institució­n desacostum­brada al control y la veeduría, y tan pobre en sanciones contra sus integrante­s desbordado­s en violencia.

La intensific­ación de operativos contra el porte y consumo de drogas ilegales en espacios públicos, con el supuesto interés de combatir el microtráfi­co, viene acompañada de escenarios inéditos de tensión policías-ciudadanos, para los cuales no se ve entrenado y capacitado, con suficienci­a, un cuerpo policial habituado a “macartizar” a los consumidor­es. Ojalá esta paliza salvaje de la 13 no sea el anuncio de las otras muchas que puedan suscitarse contra ciudadanos inermes

¿Quién controlará con rigor a esos policías proclives a dar “pata” y bolillo?

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