El Colombiano

SABIDURÍA INFANTIL PARA TIEMPOS DE CAMBIO

- Por DAVID ESCOBAR ARANGO david.escobar@comfama.com.co

Todos deberíamos tener amigos y consejeros menores de 7 años. Su visión, su mirada limpia y sus consejos, deberían ser parte de nuestra vida. Imagina consejos de niños en las institucio­nes y empresas.

Querido Gabriel,

La mesa de juntas estaba llena. Nadie faltó a la cita. La reunión era importante y lo sabíamos. Era un día para cambiar el futuro del mundo. La agenda era clara: conversar. Cada uno traía sus ideas, sueños y preguntas.

“¿Me podrían dar algunas ideas para la paz?”, dijo quien parecía presidir la reunión.

“Muy fácil”, respondió Salomé. “Hacemos más yoga y caminamos más en la naturaleza”. Los asistentes afirmaron con una sonrisa.

¡Debemos sembrar más árboles!, dijo otra persona. No hubo necesidad de votar, la unanimidad era contundent­e en este punto.

¡Hay que cuidar el agua!, dijo alguien con entusiasmo. Un murmullo de asentimien­to recorrió la sala.

Luego de la discusión comimos helado, como debe ser en las reuniones más importante­s. Además de esas ideas que salvarán el planeta, hablamos de otros asuntos fundamenta­les. Esa tarde de octubre decidimos que no debe haber un prescolar sin arenero, aprobamos un día de cine, uno de mascotas y otro de lectura. Como en las mejores tertulias, conversamo­s sobre algunas de las cosas que más amamos: los animales, los juguetes, las profesoras. Hablamos de la vida, nos contamos historias y compartimo­s sueños.

Esta semana tuve un encuentro con un grupo de personeros estudianti­les de preescolar, de edades entre 5 y 6 años, en una tarde mágica. ¿Será que hacemos una tertulia sobre el poder infinito que hay en el corazón y la mente de nuestros niños? ¿No crees que cuando hablamos de la infancia, nos equivocamo­s muchas veces al pensar en ellos como seres pasivos, “que aún no hablan”, como propone la etimología de infante e infantil? ¿Será por eso que no los escuchamos? ¿Cómo cambiaría todo si los niños fueran ciudadanos plenos, y su voz se oyera en todas partes? Siempre hablamos sobre el cuidado, cariño, respeto y derechos que debemos garantizar­les. Hay mucho por hacer en ese campo, ¿pero qué tal si hablamos esta vez de lo que ellos nos pueden aportar? Claro, sería una tertulia para todos, encuentro de niños, jóvenes y adultos para celebrar el asombro e imaginar el futuro.

Todos deberíamos tener amigos y consejeros menores de 7 años. Su visión, su mirada limpia y sus consejos, deberían ser parte de nuestra vida. ¿Qué tal si el Presidente se reúne cada mes a escuchar a un grupo de niños de toda Colombia? Imagina consejos de niños en las institucio­nes y empresas. Su sabiduría y su postura frente al universo cambiarían para siempre nuestras formas y propósitos. Haríamos poesía transforma­cional, desde la mirada singular y optimista de la infancia. ¿De dónde crees que viene esa fuerza inmensa? ¿Sientes, como yo, que a través de los niños fluye lo mejor de la humanidad?

¿Te he contado que tengo una sobrina, con el nombre de la sabiduría? La adoro, quisiera ser su amigo, porque imagino que podríamos pasar tardes enteras disfrutand­o, conversand­o, caminando y creciendo juntos. Luego de esta reunión, pensé que me hace falta su cercanía para recorrer mejor el camino escogido. Tal vez, la vida nos juntó para acompañarn­os más. Voy a llamar a invitarla a un helado. De pronto cambiamos el mundo o nos reímos un buen rato, que es lo mismo

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