¿UNA NUEVA GUERRA FRÍA?
Cuando todo el mundo pensaba que la guerra fría era cosa del pasado, que las historias de espías y amenazas de hecatombe habían quedado defini- tivamente atrás, resulta que ahora empezamos a preguntarnos si la transformación que advertimos ante nuestros ojos de las relaciones chinoamericanas, puede conducir a esa expresión de la tensión entre las dos potencias que se disputan la hegemonía global.
El tema de fondo es que se está pasando de unas relaciones que mezclaban colaboración y competencia, a unas que son puramente competitivas. De la gran interdependencia de comienzos del siglo XXI, Estados Unidos y China se están moviendo hacia una nueva zona gris. Esto es muy claro en la resistencia de Estados Unidos frente al deseo de Beijing de avanzar hacia industrias de mayor valor agregado, basadas en tecnologías más avanzadas. Una consecuencia ineludible del cambio en la relación de fuerzas entre las dos potencias y una fase inevitable de la emergencia de China. Al res- pecto, existe una teoría llamada de la transición que establece que, cuando el impulso de un país emergente lo acerca a un país que es una potencia establecida, las relaciones entre los dos países atraviesan un límite. Con un PIB chino que es un 60 % del de Estados Unidos, lo cierto es que se está cerca de ese lindero.
De otro lado, cada vez es más claro que la discordia no es solamente económica, y se trata de una lucha que será cada vez más feroz por la hegemonía mundial. Sin embargo, la remontada de China en lo económico no es suficiente para que ese país sea el que establezca su supremacía. Se requiere, para que esto último se dé, que el emergente brinde una visión del orden mundial y de los valores dominantes. La conformación de esos dos elementos claves son los que definen la existencia de una guerra fría entre dos poten- cias, una establecida y la otra en ascenso, que confrontan sus posturas.
Sin embargo, hasta ahora China ha sido discreta, aunque está estableciendo lazos cada vez más estrechos con países de África y Asia, con una influencia diplomática creciente. En el plano ideológico de difusión de los valores dominantes, a China le queda un largo camino por recorrer; el orden liberal, basado en la sociedad entre mercado y democracia, con todo y la profunda crisis que atraviesa, todavía no ha encontrado un rival que lo supere.
Por ahora, vemos cómo las dos potencias se enfrentan en numerosos aspectos: su idea del progreso, su modelo de desarrollo económico, su concepción del comercio internacional, la idea de la cooperación en materia de seguridad y la visión de la organización del ciberespacio. Sin embargo, no ha aflorado el elemento clave en una guerra fría clásica y es el deseo por parte de China de modificar su forma de presentarse al mundo, con espías incluidos, para imponer su ideología. Aunque, como siempre en la historia, podría haber otros caminos para construir la hegemonía
Existe una teoría llamada de transición que establece que, cuando el impulso de un país emergente lo acerca a un país que es una potencia, las relaciones entre los dos países atraviesan un límite.