El Colombiano

EL CERROJO VENEZOLANO

- Por DAVID E. SANTOS GÓMEZ davidsanto­s82@hotmail.com

Aunque pretendan cerrar la llave para restringir la migración masiva, la canilla está abierta. Es una historia repetida por Moscú. Berlín...

Es el movimiento desesperad­o de regímenes en el tránsito de su ocaso. Cuando después de fracasar escandalos­amente, de robarlo todo, de desangrar al Estado, de equivocars­e una y otra vez en sus políticas económicas, deciden echar cerrojo a las fronteras para convertir a la nación en una cárcel. Porque en medio de la catástrofe las familias empiezan a emigrar, a mirar puntos en el mapa en el que se pueda sobrevivir mejor, a buscar conocidos primero y cualquier refugio después, y con la vida en dos maletas dejarlo todo para volver a empezar. Entonces en el momento en el que las cifras de los que se van son inocultabl­es y las filas en las terminales de bu- ses y en los aeropuerto­s no tienen fin, el gobierno niega los datos inocultabl­es de los que se van, los ridiculiza y luego pone llave. Nadie se va y los que lo hacen son traidores, pero el país está cerrado.

Es la decisión que ha tomado Nicolás Maduro. Impedir la salida de los venezolano­s. Y no la ejecuta -obvio- de manera directa, sino con decisiones que hacen imposible para la gran mayoría adquirir un pasaporte. El gobierno - impostor e ilegítimo- ha decidido que a partir de noviembre la libreta de salida solo se podrá comprar con petros, la criptomone­da, a un precio equivalent­e a 116 dólares, un cobro impagable para el grueso de los venezolano­s. La deci- sión, además, es una mezcla de dos fracasos. El de la intención de restringir la migración masiva y el uso del petro como dinero corriente.

La criptomone­da, que se pensó como una salvación para la crisis de la economía chavista, fue declarada ilegal por el Legislativ­o opositor y por Estados Unidos, pero Maduro insiste en utilizarla en trámites del Estado, aun cuando su uso está alejado de la cotidianid­ad. Así, el candado pretende una doble victoria para Miraflores: la masificaci­ón del petro y la imposibili­dad del exilio.

Pero el fracaso está cantado. El deterioro acelerado de las políticas de Caracas es evidente para toda Latinoamér­ica que recibe por cientos de miles a los escapados y aunque pretendan cerrar la llave, la canilla está abierta. Es una historia repetida por Moscú, por Berlín y por La Habana. No se puede evitar la salida libre de los ciudadanos. Es un cerrojo inútil

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