EL CERROJO VENEZOLANO
Aunque pretendan cerrar la llave para restringir la migración masiva, la canilla está abierta. Es una historia repetida por Moscú. Berlín...
Es el movimiento desesperado de regímenes en el tránsito de su ocaso. Cuando después de fracasar escandalosamente, de robarlo todo, de desangrar al Estado, de equivocarse una y otra vez en sus políticas económicas, deciden echar cerrojo a las fronteras para convertir a la nación en una cárcel. Porque en medio de la catástrofe las familias empiezan a emigrar, a mirar puntos en el mapa en el que se pueda sobrevivir mejor, a buscar conocidos primero y cualquier refugio después, y con la vida en dos maletas dejarlo todo para volver a empezar. Entonces en el momento en el que las cifras de los que se van son inocultables y las filas en las terminales de bu- ses y en los aeropuertos no tienen fin, el gobierno niega los datos inocultables de los que se van, los ridiculiza y luego pone llave. Nadie se va y los que lo hacen son traidores, pero el país está cerrado.
Es la decisión que ha tomado Nicolás Maduro. Impedir la salida de los venezolanos. Y no la ejecuta -obvio- de manera directa, sino con decisiones que hacen imposible para la gran mayoría adquirir un pasaporte. El gobierno - impostor e ilegítimo- ha decidido que a partir de noviembre la libreta de salida solo se podrá comprar con petros, la criptomoneda, a un precio equivalente a 116 dólares, un cobro impagable para el grueso de los venezolanos. La deci- sión, además, es una mezcla de dos fracasos. El de la intención de restringir la migración masiva y el uso del petro como dinero corriente.
La criptomoneda, que se pensó como una salvación para la crisis de la economía chavista, fue declarada ilegal por el Legislativo opositor y por Estados Unidos, pero Maduro insiste en utilizarla en trámites del Estado, aun cuando su uso está alejado de la cotidianidad. Así, el candado pretende una doble victoria para Miraflores: la masificación del petro y la imposibilidad del exilio.
Pero el fracaso está cantado. El deterioro acelerado de las políticas de Caracas es evidente para toda Latinoamérica que recibe por cientos de miles a los escapados y aunque pretendan cerrar la llave, la canilla está abierta. Es una historia repetida por Moscú, por Berlín y por La Habana. No se puede evitar la salida libre de los ciudadanos. Es un cerrojo inútil