¿DÓNDE ESTÁ MENG HONGWEI?
Si por casualidad se encuentran en Hong Kong, Shanghai, Pekín o cualquier otra gran metrópoli china o tienen intención de desplazarse en los próximos días al gigante asiático tengan en cuenta, cuando ordenen comida, que sus rollitos de primavera pueden contener trazas del ya expresidente de Interpol. Meng Hongwei lleva desaparecido desde finales de septiembre, nada más llegar a China, su país natal. A pesar de que las autoridades asiáticas afirman que Meng se encuentra retenido, acusado de aceptar sobornos, aún se desconoce su paradero, por lo que la Fiscalía de Lyon, donde se encuentra la sede de Interpol, ha abierto una investigación. La prensa hongkonesa ha revelado que Meng, viceministro de Seguridad Pública chino, llevaba tiempo siendo investigado por las autoridades del régimen, por lo que la «desaparición» huele a purga interna de la dictadura.
Pese a las protestas de Amnistía Internacional, que consideraba una «contradicción» colocar a un chino al frente de Interpol como consecuencia de las políticas represivas del régimen, Meng fue elegido en noviembre de 2016 como presidente del organismo de cooperación que agrupa a 192 países en sustitución de la francesa Mireille Ballestrazzi. Aunque Meng seguía manteniendo su puesto de viceministro de Seguridad Pública, perdió el pasado abril su asiento en el Comité Central del Partido Comunista, el órgano donde se cocinan todas las políticas y se reparte el poder, lo que podría ser un indicador de su caída en desgracia dentro de la cúpula del régimen. Un régimen que Meng conocía desde las más profundas alcantarillas, ya que ocupó diversos puestos en la Policía, la Comisión Nacional de Control de Drogas, la Oficina Nacional Antiterrorista y la Guarda Costera china. Es evidente que Meng no puede haberse evaporado por arte de magia en un país en el que hay, al menos, 200 millones de cámaras de seguridad, muchas de ellas con tecnología de reconocimiento facial y de iris, con un porcentaje de acierto en la identificación del 90%. Además, la firma SenseTime trabaja en un software que ya está integrado en más de 100 millones de móviles fabricados en China para capturar las imágenes tomadas por las cámaras de estos Smartphones y enviarlas a una base de datos. Es decir, cualquiera que haya sido foto- grafiado con un teléfono que tenga este software queda registrado en las bases de datos de seguridad chinas. Por si esto fuera poco, la Policía ha comenzado a utilizar en Pekín unas gafas de reconocimiento facial. Las lentes se conectan con la base de datos de la Policía y, cuando encuentran a un sospechoso, le envían una notificación al móvil o tablet que lleve el agente para proceder o no a su detención.
Con este «Gran Hermano» orwelliano funcionando a plena potencia es imposible que un alto cargo, más aún siendo jefe del organismo de coordinación policial global, se esfume de la mañana a la noche. Pekín ha ofrecido una muy parca explicación sobre la situación de Meng sin detallar su paradero o presentar pruebas de las acusaciones de soborno presentadas en su contra. Tal pareciera que la purga obedezca a que Meng no quiso actuar de topo para el régimen y se saltó la jerarquía tóxica de un régimen que, bajo la apariencia del libremercado, oculta la mayor organización criminal de la historia, dedicada a extorsionar y explotar a decenas de millones de trabajadores para llenar los bolsillos de la élite gobernante. Como para fiarse de ellos
La «desaparición» de Meng Hongwei huele a purga interna de la dictadura.