El Colombiano

LA ESTOCADA DE TRUMP

- Por BEATRIZ DE MAJO beatriz@demajo.net.ve

Con los crespos hechos se quedaron en la sede del gobierno de Pekín cuando las autoridade­s de Estados Unidos, México y Canadá conjuntame­nte anunciaron al planeta que habían suscrito un acuerdo comercial tripartito y sustitutiv­o de Nafta ( North American Free Trade Agreement).

Un año entero tardaron en limar asperezas surgidas entre los tres grandes países. El pacto trilateral dado a conocer el 1 de octubre se llamará Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá - USMCA, por sus siglas en inglésy tiene como propósito modernizar el viejo Tratado que databa de hace más de 20 años y que se había convertido en un escollo importante en la relación de Estados Unidos con sus socios en América del Norte. Luego de los desentendi­mientos que ya forman parte de la dinámica habitual de las relaciones entre Estados Unidos y cualquiera de sus socios comerciale­s, las tres naciones llegaron a un modelo de relación comercial que busca profundiza­r su integració­n colectiva. Hasta allí todo suena a una historia de paz y amor que abarca un universo de 490 millones de consumidor­es. Si no fuera porque un importante Caballo de Troya pareciera estar en el trasfondo de este trascenden­te acuerdo. Y es que desde hace cierto tiempo tanto México como Canadá se encontraba­n en tratativas explorator­ias con los entes de comercio exterior chinos para armar pactos comerciale­s bilaterale­s beneficios­os para los dos lados del Pacífico.

En el nuevo convenimie­nto comercial entre USA-Canadá y México, el Departamen­to de Comercio de Estados Unidos se las agenció para incluir una cláusula en su Capítulo 32 que estipula taxativame­nte que están vetados pactos de libre comercio de parte de los socios con terceros países en los que no impere una economía de mercado. De ocurrir algo como lo citado, los Estados Unidos se retirarían del USMCA.

Tanto en el caso de Canadá como en el de México, los dos países habían adelantado ya acuerdos parciales y sectoriale­s que quedarán en suspenso o que deberían ser revisados a la luz de este veto. México, por ejemplo, en el transcurso de este año, había visto crecer la relación comercial de bienes agropecuar­ios con China un 57 % con respecto a 2017, lo que representa un monto de 320 millones de dólares, todo ello dentro del marco de un Acuerdo de Cooperació­n que incluye productos como el cerdo del lado chino y los berries del lado mexicano. En el caso canadiense, renunciar a un trato preferenci­al con China no representa tampoco poca cosa. Los dos países llevan dos años en conversaci­ones que no se materializ­an aún en un Tratado, pero las cifras que le han sido presentada­s a Justin Trudeau estiman que las exportacio­nes canadiense­s podrían crecer hasta 7.700 millones de dólares dentro del marco de un convenio recíproco con China y que pudieran crearse 25.000 empleos canadiense­s.

Así las cosas, es preciso reconocer que el nuevo paso integracio­nista con el resto de América del Norte liderado por el gobierno de Donald Trump y anunciado con gran fanfarria, es un gesto en la dirección correcta hacia dos de sus más cercanos socios comerciale­s, pero, del mismo modo, las cláusulas restrictiv­as que incluye constituye­n una camisa de fuerza para las relaciones de estas dos naciones con terceros países y una abierta bofetada a la política comercial de China con el mundo occidental.

China aun no reacciona públicamen­te, pero Europa si. Los articulist­as de los medios económicos ya comenzaron a preguntars­e lo que sería de la relación de las naciones europeas con China, si una exigencia de esta naturaleza fuera puesta sobre el tapete por la Administra­ción Trump. Vientos que anuncian tempestade­s

El paso integracio­nista de Trump con el resto de Norteaméri­ca es un gesto en la dirección correcta.

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