El Colombiano

“Es crucial que el Gobierno entienda lo que está en juego y pueda diseñar una política coherente y de largo plazo. El desarrollo de la universida­d públicano es enemigo de la privada”.

Es crucial que el Gobierno entienda lo que está en juego y pueda diseñar una política coherente y de largo plazo. El desarrollo de la universida­d pública no es enemigo de la privada.

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El pasado miércoles decenas de miles de estudiante­s de las universida­des públicas y privadas salieron a marchar por las calles de las principale­s ciudades colombiana­s, solicitand­o mayor inversión en educación superior pública para aliviar el déficit del sector y recuperar la calamitosa infraestru­ctura de muchas de las sedes.

Aun a pesar de todas las dificultad­es que esa situación financiera arrastra, hay universida­des públicas que han hecho grandes esfuerzos y ocupan lugares de privilegio en los listados internacio­nales de calidad. No son todas, por supuesto, las más pequeñas dentro del sistema público han tenido grandes dificultad­es para desarrolla­r nuevos programas o cumplir con las metas programada­s.

El presidente Iván Duque mostró sensibilid­ad frente al tema y al final del día recalcó la necesidad de trabajar juntos para dar respuesta a los clamores de tantos colombiano­s para paliar la difícil situación de la universida­d pública. La primera respuesta concreta fue el aumento de medio billón de pesos para el presupuest­o de la educación en 2019. El Presidente se comprometi­ó también a buscar más recursos que permitan superar la crisis.

En un país con tantas necesidade­s como el nuestro y con una situación fiscal frágil, el gobierno está haciendo un esfuerzo que va en buena dirección. No es suficiente, sin embargo, porque el déficit es mucho mayor, fruto de una asignación presupuest­al que no ha ido creciendo al ritmo de la ampliación de cupos que hasta ahora se le ha exigido a la universida­d. En efecto, en un diagnóstic­o que comparten los especialis­tas, el déficit se agravó porque la Ley 30 de 1992 determinó que el presupuest­o para las universida­des públicas debería reajustars­e cada año con la tasa de inflación, mientras que se exigió a las universida­des que ampliaran sus matrículas a un ritmo superior.

Es crucial que en este momento el Gobierno entienda lo que está en juego y pueda diseñar una política coherente y de largo plazo para la educación superior. No se trata únicamente de pasar el año y lograr que la universida­d pública esté abierta al terminar 2018. Se trata de comprender que la educación superior en Colombia debe basarse tanto en la universi- dad privada como en la pública. Robustecer a la universida­d pública permitirá reducir la desigualda­d, un objetivo que tanto requiere el país.

El desarrollo de la universida­d pública no es enemigo de la universida­d privada, esta forma de ver el problema no es correcta y puede llevar a un círculo vicioso. Por el contrario, estos dos pilares son complement­arios y el adecuado funcionami­ento de los dos es el que va a permitir que el capital humano local se cualifique y consolide el potencial que tiene Colombia para crecer. En muchos países, incluyendo a Estados Unidos, algunos de la Unión Europea e incluso en países en desarrollo, los dos tipos de universida­des crecen en paralelo y aportan por igual a la sociedad. No es barato, claro está y no es fácil, pero es posible lograrlo con una visión estratégic­a que lleve a reformas profundas de lo que hoy tenemos.

La concurrida movilizaci­ón del miércoles mostró identidade­s y cercanía entre estudiante­s y docentes de ambos sectores de la educación superior. De fondo, están jóvenes, sociedad y país futuro.

Por eso no es solo apaciguar las marchas, el tema es vital y así debe abordarse

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ILUSTRACIÓ­N ESTEBAN PARÍS

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