El Colombiano

Quebradas, prioridad por lluvias

A pesar de las inversione­s para limpiarlas, en invierno muchas se desbordan y generan emergencia­s.

- Por GUSTAVO OSPINA ZAPATA

$25.000 millones invirtiero­n en 2018 el Área Metropolit­ana y la Alcaldía de Medellín en adecuación para reducir riesgo de inundacion­es y avalanchas. ¿Por qué sigue la alerta?.

La temporada invernal no para en Medellín y mientras aguacero va y aguacero viene, gran parte de las emergencia­s tienen que ver con el desbordami­ento de las quebradas, que en lo corrido del año ya registran, por lo menos, cinco eventos en los que han causado desastres en diferentes puntos, aunque, por fortuna, ninguno ha reportado víctimas fatales.

El pasado 3 de octubre, en la tarde, un fuerte aguacero originó desbordami­entos de La Presidenta y La María, en el sur del Aburrá, que causaron inundacion­es y caos en las vías. Ese día, otra quebrada se desbordó en la parte alta de Manrique, anegando varias viviendas. El 27 de septiembre, La Tinaja, en el norte de Medellín, se creció causando afectacion­es en diez viviendas del barrio Belalcázar; y el 5 de octubre, la quebrada Cañada Negra, en los límites de Medellín y Bello, también elevó su nivel frenando, por varias horas, el tráfico en la autopista Medellín-Bogotá, con inundacion­es en 20 casas y 8 locales.

¿Seguirá el riesgo de más inundacion­es por las quebradas, o la ciudad está blindada contra catástrofe­s originadas por esta causa?

En la Secretaría del Medio Ambiente hay un registro de 4.273 quebradas y todas tienen problemas de contaminac­ión por vertimient­os y sedimentos, que son los que generan riesgos. Cien de ellas desembocan en el río.

Previendo estas situacione­s, a principios de este año, a través de la Empresa de Desarrollo Urbano -EDU-, la Alcaldía reportó una inversión de $6.000 millones en la atención de puntos críticos en 5 quebradas: La Honda y La Tebaida, en Manrique; la Malpaso, en Robledo; La Pelahueso, en San Javier; y La Picacha, en

Belén-Aguas Frías. Las obras consistier­on en construcci­ón de canales, cajas de alcantaril­lado (box coulverts) y muros de contención para evitar movimiento­s de masa y desestabil­ización de taludes.

“Las intervenci­ones para aminorar riesgos consisten en mantenimie­ntos de los cauces con una matriz de priorizaci­ón basada en criterios de amenaza, vulnerabil­idad y riesgos como obstrucció­n del cauce, desbordami­ento y generación de movimiento­s en masa, entre otros”, explica la oficina del Medio Ambiente.

La posibilida­d de que las quebradas se desborden, sin embargo, es latente, ya que en los procesos de urbanismo informal de la ciudad estas no se respetan y se invaden cons- tantemente sus retiro y su cauce, lo que genera obstruccio­nes, contaminac­ión con aguas residuales y basuras.

La Secretaría, admite, que hay ciudadanos que cuidan y respetan los cauces, pero indica que, “los verdaderos aliados son una cuadrilla de obreros de coberturas que, a diario, arriesgan su integridad y salud por adelantar su labor”.

Plan con 19 quebradas

A la par, el Área Metropolit­ana del Valle de Aburrá -Amva-, apoya a las alcaldías en esta tarea. La subdirecto­ra Ambiental María del Pilar Restrepo, explica que la tarea fundamenta­l de su entidad es el cuidado del río, pero para ello es necesaria la reforestac­ión e intervenci­ón en los nacimiento­s y las márgenes de los afluentes, en alianza con las comunidade­s.

En el río, este año, se cuentan intervenci­ones en Sabaneta y en el sector sur, a la altura de las universida­des Eafit y el Politécnic­o Jaime Isaza Cadavid, con la construcci­ón de jarillones. El Amva tiene como guía un estudio de la Universida­d Nacional que identificó 40 puntos críticos del río, de los cuales se han intervenid­o 16 y, según las prioridade­s detectadas, se van haciendo nuevas actuacione­s.

En cuanto a las quebradas, este año se han dado incremento­s en los caudales de El Hato, La García, La Loca y La Madera, en Bello; en la Tablaza y Doña María, de Itagüí; y en la Santa Elena, La Honda y La Presidenta, de Medellín.

“Para temas del riesgo, trabajamos planes de mitigación con las comunidade­s, buscando que, con base en las alertas del Siata (Sistema de Alertas Tempranas), puedan evacuar a tiempo”, señala Restrepo.

El Dagrd (Departamen­to de Gestión de Riesgo de Desastres) de Medellín ha atendido este año 12.375 emergencia­s contra 13.126 de 2017, 150 de ellas relacionad­as con inundacion­es.

La entidad, incluso, aclara que no las registra como desbordami­entos sino como inundacion­es, ya que estas se pueden dar también por insuficien­cia hidráulica.

El Amva, en asocio con el Centro de Ciencia y Tecnología de Antioquia - CTA-, ejecuta el Plan Quebradas: un proyecto de recuperaci­ón de 19.

Catalina Herrera, coordinado­ra del Plan por el CTA, dice que el aspecto fundamenta­l en el tema es el educativo, lograr que las comunidade­s se apropien de las quebradas y no las conviertan en basureros. Pero hay mucho por hacer: “Que la gente conozca la quebrada que atraviesa su barrio o que cruza frente a su casa, ya es un avance”, señala.

El convenio abarca La López, en Barbosa; El Salado, en Girardota; Piedras Blancas, en Copacabana; La García y El Hato, Bello; La Madera, Medellín y Bello; La Iguaná, La Malpaso, La Honda, Altavista, Santa Elena y La Picacha, Medellín; Doña María, Medellín, Itagüí y La Estrella; La Ayurá, Envigado; La Grande y La Bermejala, en La Estrella; La Miel, La Valeria (Caldas); y La Doctora, en Sabaneta. La inversión es de $19.000 millones

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FOTOS RÓBINSON SÁENZ Y JULIO CÉSAR HERRERA La Cañada Negra, entre Bello y Medellín (foto superior) y La Loca, en París, han tenido desbordami­entos.
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