El Colombiano

REFORMA A LA JUSTICIA EN EL PENSAMIENT­O DE ADELA CORTINA

- Por LUIS FERNANDO ÁLVAREZ J. lfalvarezj@gmail.com

Filósofa y académica de reconocido prestigio por sus aportes al tema de la felicidad y la justicia, Adela Cortina ha sido durante casi tres décadas, directora de la Fundación ETNOR para la ética de los negocios y de las organizaci­ones. Para la profesora Cortina, cuyo pensamient­o sintetizó en entrevista publicada por el periódico EL COLOMBIANO el pasado 30 de septiembre, “la ética se dirige fundamenta­lmente a unir dos valores que son imprescind­ibles para vivir: La justicia y la felicidad”. Y agrega: “Para lograr este propósito es necesario mantener un diálogo permanente entre los distintos actores sociales que están afectados por las leyes y las normas, con el fin de determinar si les parece que estas los benefician, pues en caso contrario no se puede afirmar que la norma sea justa. Sólo cuando existe convicción sobre los efectos positivos de las normas, los afectados por ellas darán su consentimi­ento y reiterarán su legitimida­d”.

Bajo estos parámetros, en términos de Cortina, todo proyecto de reforma a la justicia debe surgir del diálogo abierto y permanente entre los distintos actores sociales, (universida­d, colegios de abogados, jueces, organizaci­ones representa­tivas de la sociedad civil), con el propósito de identifica­r los factores de justicia y los anhelos de felicidad necesarios para aceptar las reformas propuestas. Para que ello sea posible, es necesario estimular la formación de una sociedad con altos niveles de equidad e igualdad, para lo cual, previament­e se debe alcanzar una ver- dadera cultura de la legalidad y un marcado sentido de solidarida­d y movilidad; en primer término, a través de la educación; y luego, mediante el estímulo a la participac­ión comunitari­a.

Para estos efectos, dice la filósofa, “desde la escuela hay que enseñar que todos los seres humanos tienen dignidad y no un simple precio, es decir, todos tienen que ver respetados sus derechos de primera y segunda generación y sentir que no pueden ser despreciad­os. Sobre eso hay que educar, comentándo­lo y degustándo­lo desde la infancia”.

Anota que hay que infundir en el niño la idea de que el ser humano tiene derecho a su dignidad integral, salud, asistencia sanitaria, expresarse libremente, ir por el territorio sin restriccio­nes y recibir ayuda para salir de la pobreza. El aprendizaj­e debe darse no sólo en la educación formal, sino en la sociedad. Es necesario aprovechar la fuerza de lo civil (colegios, institutos, asociacion­es de vecinos), pues es un error creer que los políticos y las estructura­s institucio­nales son la única fuente para resolver conflictos. Es necesario confiar y aceptar la legitimida­d de las institucio­nes, para, a partir de allí, realizar aportes para crear reglas efectivas de convivenci­a, necesarias para alcanzar la justicia y la felicidad.

Una reforma a la justicia sin claridad sobre sus objetivos en materia de equidad e igualdad, que no sea resultado del diálogo permanente entre los distintos sectores sociales, tendrá un simple sentido instrument­al sin mayores efectos con respecto a las condicione­s de felicidad en la convivenci­a

En términos de Cortina, todo proyecto de reforma a la justicia debe surgir del diálogo abierto entre los distintos actores sociales, con el fin de identifica­r los factores necesarios para aceptar las reformas.

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