CALIFORNIANOS, ALÉJENSE DE SUS CARROS
Estado se arriesga a dar un gran paso hacia atrás si sus votantes aprueban la Proposición 6, que revertiría un aumento reciente del impuesto a la gasolina y, con ello, una fuente importante de financiamiento para el transporte. La iniciativa de la votación daría a los californianos precios más bajos en la bomba de gasolina, pero solo sacrificando el transporte masivo sostenible que necesitamos si vamos a dejar de cocinar al planeta.
Si la Proposición 6 se convierte en ley, y oficiales en otros estados deciden seguir el ejemplo de California, sería un golpe a la sostenibilidad en el peor momento posible. La semana pasada, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas proyectó que el mundo sólo tiene 12 años para para reformar la economía global si queremos evitar el cataclismo; no podemos permitir errores no forzados en el tiempo que nos queda.
La votación ya comenzó para la Proposición 6, gracias a las leyes de votación por correo. La incertidumbre por el destino de la medida señala una contradicción en el centro de la política climática de California. Este verano, la Junta de Recursos del Aire de California reportó que el Estado había logrado sus metas de reducción de emisiones para 2020 cuatro años temprano. Pero el mismo informe anotó que las emisiones de transporte se elevaron un poco en 2016. El culpable principal fue la “gasolina utilizada en los vehículos en las carreteras”.
En otras palabras, el estado líder en la revolución verde de Estados Unidos aún es adicto a los carros. Y sus votantes han estado evitando una decisión que definirá nuestro futuro: abandonar una cultura de carros dependiente de gasolina barata a cambio de clima habitable.
Los partidarios de la Proposición 6 lo llaman una “derogación del impuesto a la gasolina”. Pero es más exacto decir que la propuesta es una derogación del impuesto que financia innumerables proyectos de transporte. La ventaja para los propietarios de automóviles de California es que la gasolina sería un poco más barata durante la noche; el inconveniente es que miles de millones de dólares en dinero público destinado a mejoras de infraestructura se evaporarían al mismo tiempo.
En lugar de eliminar por completo el impuesto al consumo sobre la gasolina, la Propuesta 6 revertiría una ley del 2017, el Proyecto de Ley del Senado 1, que la elevó 12 centavos, de 18 centavos por galón a 30 centavos. (Otra disposición de la Propuesta 6 requeriría que los votantes aprueben cualquier aumento futuro del impuesto a la gasolina). Ese aumento de 12 centavos genera más de US$5 mil millones cada año para reparaciones de infraestructura y nuevos proyectos de transporte en California.
La mayoría de esos US$5 mil millones no es para trans- porte público: US$1,8 mil millones va a reparar autopistas estatales, y otros 1,7 mil millones para la rehabilitación de carreteras locales. Unos US$350 millones están destinados al tránsito, mientras que otros $100 millones van a proyectos que pretenden facilitar el “transporte activo”, como caminar y montar en bicicleta.
EE.UU. no puede ayudar a evitar el cataclismo mundial sin romper su adicción a los automóviles. Según la Unión de Científicos Preocupados, “los automóviles y camiones representan casi una quinta parte de todas las emisiones de EE.UU., emitiendo alrededor de 24 libras de dióxido de carbono y otros gases de calentamiento global por cada galón de gasolina”.
Borrar el progreso que dio California con el impuesto de 12 centavos a la gasolina del año pasado, haría un daño duradero al Estado y enviaría el mensaje equivocado al resto de EE.UU. y al mundo