PEDIR SABIDURÍA
En honor a los nuevos santos de la Iglesia: Paulo VI y Óscar Romero.
Ni la verdad (Sabiduría); ni la bondad (Belleza, Bienaventuranza, felicidad plena), se alcanzan cuando su búsqueda y aspiración es exclusivamente un empeño humano natural, individual.
Realmente no se pide Sabiduría cuando el horizonte que manejamos se delimita en términos del “conocimiento” científico, natural, de cualquier orden que sea. No se aspira a la bondad ni a vida plena de sentido, “eterna”, si lo que buscamos es satisfacer, nuestras necesidades, deseos-apetitos. Menos si son exclusivamente individuales; es decir: ni siquiera responden al bien común. Con esto solo alcanzamos satisfacción, riqueza y poder para este mundo. Como asegura la fe y trascendencia del evangelio, siempre nos quedará faltando algo, una cosa… “Ve y vende todo lo que tienes”.
Hoy, el evangelio describe a un ser humano bueno, con aspiraciones que lo llevan a preguntarse por la felicidad, la bienaventuranza definitiva: la vida eterna. Se acerca a Jesús a quien llama “bueno”, para pedirle luz sobre su salvación. Todas sus condiciones humanas y religiosas las tiene alcanzadas. Tiene recursos y bienes logrados a satisfacción. Jesús, lo reconoce y acepta. ¡Lo ama! ¡Pero sabe perfectamente que su petición va más allá de los límites del conocimiento y verdad humana, natural! Es una súplica, búsqueda, por la Bondad y Sabiduría divinas; la felicidad… La Salvación. Es la búsqueda de Dios trascendiendo sus condiciones simplemente humanas. Es la búsqueda y deseo del Espíritu…, deseo de y en Dios. El único camino –desde Jesús- para llegar a la Bondad plena (su Padre), tiene un derrotero humano: renunciar a toda posesión en términos de riqueza y bienestar natural, material. Conocimiento, Dinero, Fama y Poder. Es necesario renunciar y entregarlo todo, es decir: “su vida”; para que otros, puedan tener vida; la vida de Dios y en abundancia. Esto, tanto ayer como hoy, se percibe como una propuesta imposible. Es el caso del Joven rico y de tantos que, somos ricos, no por dinero, sino porque hemos cerrado el camino a la renuncia voluntaria de todo lo que somos o tenemos. No lo ofrecemos a los demás por gusto y realización. Nos lo tienen que quitar, arrebatar y, por supuesto, este no es el camino a la realización, sabiduría, bondad y felicidad de la salvación.
Nuestra historia como seres humanos, es la historia de este joven rico. Aunque no podemos lograrlo –desde nosotros, con nuestra riqueza, conocimiento y poder- aun así, seguimos queriendo ser como Dios; pero no nos atrevemos a lo que sí es posible: ser Hijos de Dios. Queremos ser Dios, por nuestras “posesiones y riqueza”; pero siempre nos quedamos a mitad de camino, insatisfechos. Por mucho que tengamos. ¡Siempre nos faltará algo! como lo recuerda el Evangelio. No se llega a la bondad, sabiduría y felicidad: a Dios, mientras sigamos deseando lo que en realidad no es sino la búsqueda enfermiza de uno mismo: el Egoísmo