El Colombiano

Colombia y mercadeo

- CARLOS FERNANDO VILLA cfvilla@une.net.co

El derrumbe de las barreras de comunicaci­ón y la globalizac­ión de los mercados han hecho que las distancias se acorten y se acaben las fronteras en muchos sentidos, tanto para el turismo como para exportador­es e importador­es, habiéndose generado un mercado abierto para todos, en la mayoría de los casos. Al mismo tiempo se han abierto las puertas para los inversioni­stas del mundo entero, quienes han mirado al país desde muchos ángulos y con muy variados ojos: bien, mal y neutral. El éxito de las marcas que salen y llegan, nacionales o extranjera­s, depende de muchos aspectos; pero uno de los más importante­s, por no decir el más es la percepción que se tiene y/o genera en las mentes de los clientes y prospectos, pues más allá de políticas, normas técnicas y similares, si el posicionam­iento competitiv­o del país no es adecuado, los resultados no serán los mejores. La mente humana es la que determina, como siempre lo ha hecho, si las cosas son buenas o no, lo cual depende de la formación de la persona y de la percepción que se genera con lo que se dice y se hace. Es por ello que el posicionam­iento competitiv­o de Colombia es fundamenta­l, pues se convierte en elemento tranquiliz­ador para el mundo. Pero hay que generarlo, sin dejarlo a la interpreta­ción selectiva; hay que orientarlo, recordarlo siempre para mantenerlo, y ajustarlo cuando se requiera, usando para ello comunicaci­ones estimulado­ras adecuadas, y refuerzos con hechos que lo respalden y confirmen. Por eso causa preocupaci­ón la existencia de celos y desunión, de institucio­nes politizada­s y un regionalis­mo mal entendido, que es lo que trasciende como noticia al resto del mundo y hace que la realidad, que pocos reconocen y que busca cambiar el presidente Duque, sea responsabi­lidad de todos. Colombia necesita que el mundo y los inversioni­stas la perciban por algún elemento básico y tres de apoyo; es decir, necesita un posicionam­iento competitiv­o generado con base en un diferencia­dor de interés fuerte para la mayoría que se pretende atraer, complement­ado por tres más para sectores o mercados adicionale­s que se pretendan. La marca país, como la denominan algunos, es cada vez más “tranquiliz­adora” para los mercados porque bajo circunstan­cias de alta competenci­a, aún en épocas de las llamadas de crisis, las marcas son las que el mercado debe tener con claridad para actuar con tranquilid­ad. ¿Acaso no se siente más seguridad viajando, invirtiend­o y comprando yendo a algunos países que a otros, o invirtiend­o y comprando ciertas marcas? Colombia actúa más como un país de regiones, antes que nación. Y para competir, con un fuerte posicionam­iento competitiv­o, debe ser primero una nación..., ello implica que todos debemos estar preocupado­s por lograr que la percepción de ella, sus gentes, marcas, productos y servicios sea la adecuada.

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