El Colombiano

“Sabrosura” le hace honor a su apellido

Khaterin Guerrero, voleibolis­ta de la Universida­d del Valle, aprovecha su talento dentro y fuera de la cancha.

- Por JESSICA QUINTERO SERNA EDWIN BUSTAMANTE

Sabrosura” le dicen cuando salta a la cancha a Katherin Guerrero Caicedo. Lleva el sabor del pacífico -la región de donde son oriundos sus papás- en la piel, su sonrisa, en el contoneo de sus caderas y en sus trenzas, esas que tanto la enorgullec­en lucir en su frondosa cabellera afro.

El arte de trenzar su cabello como se teje con hilo surgió como una necesidad, cuenta Kathe, como le dicen cariñosame­nte sus compañeras de voleibol de la Universida­d del Valle. “Como tengo moto, el casco me ‘achata’ el afro, entonces dije no, me voy a peinar con trenzas para poder irme a estudiar tranquila”, comenta esta espigada morena de 1,78 metros de estatura.

Sus peinados tan originales y bien elaborados, comenzaron a llamar la atención de sus compañeras, quienes empezaron a pedirle que las peinara para ocasiones especiales. “Una le dijo a otra y esa a otra más y así comenzaron a llegar más y más chicas que querían que las peinara y pues les comencé a cobrar”.

Fue tanta la demanda que empezó a tener que desde hace dos meses abrió una cuenta en Instagram para canalizar las citas de sus clientes, y así poderlas atender a todas.

Varias de ellas son sus compañeras de equipo, con quienes participa, por segunda vez, en los Juegos Universita­rios Nacionales. En el rectángulo, todas, lucen trenzas y peinados hechos por ella.

“Por eso le dicen ‘Sabrosura’, porque le inyecta alegría, energía positiva y dinamismo al equipo”, señala Diego Quintero, entrenador de Kathe.

Este arte, que se convirtió en un proyecto de emprendimi­ento es el que le permite

sostener sus estudios de Estadístic­a en la Univalle, carrera en la que cursa cuarto semestre y que también ha podido financiar por los estímulos que ha recibido por su buen desempeño académico.

“Aunque mi pasión es el voley, mi prioridad es el estudio y ser buena estudiante también me ha servido para pagar mi carrera. Con mi promedio, que por lo general es de 4,2 a 4,6 accedo a becas para costear la matrícula”, expresa la caleña de 24 años.

Pero esta no es la primera vez que Katherin, ha tenido que distribuir su tiempo entre el empleo, el estudio y el deporte. Antes de entrar al pregrado, adelantó estudios en obras civiles en el Sena, y aunque no tenía que pagar matrícula, financió los materiales de sus trabajos y sus viáticos haciendo manicure, tratamient­o cosmético que aprendió a los 15 años.

“Mi mamá es la que siempre ha visto por mi hermana y por mí, le ha tocado muy difícil, entonces desde pequeña he preferido trabajar para suplir mis gastos”, dice.

Al terminar su especialid­ad en el Sena, Katherin consiguió empleo como supervisor­a en una constructo­ra que manejaba una obra en el municipio de La Cumbre y fue justo allí cuando supo que su camino no iba ligado a la ingeniería, además contó con la mala suerte de que en medio de un trayecto de su casa, en el Distrito de Aguablanca, a la obra que su- pervisaba, le robaron su primera moto, la cual había conseguido con sus ahorros tras haber trabajado en un salón de belleza como manicurist­a.

“No había terminado de pagarla, fue muy triste ese momento, pero gracias a los trabajos que he tenido pude comprar una nueva”, señala Katherin, una guerrera que le hace honor a su apellido en la vida como en un juego: intercepta­r pelotas altas y bajas para alcanzar sus objetivos

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FOTO Katherin es una de las jugadoras más destacadas del sexteto de Univalle, ayer le ganaron la Javeriana.

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