El Colombiano

Así retumba el voto cristiano en América Latina

La agenda religiosa ha ido ganando terreno político, aliada con la izquierda y la derecha, al punto de ser crucial en cuatro elecciones este año: Brasil, México, Colombia y Costa Rica.

- Por JUAN MANUEL FLÓREZ ARIAS

Los resultados de las elecciones de Colombia, Costa Rica y México, y la tendencia en Brasil, muestran cómo la comunidad cristiana ha sido decisi- va para elegir a los mandatario­s de estos países gracias a las alianzas de los partidos tradiciona­les con representa­ntes de esta religión. En Bra- sil, por ejemplo, el candidato que puntea en las encuestas, Jair Bolsonaro, ha recibido el apoyo de movimiento­s religiosos claves para ganar la primera vuelta presidenci­al. ¿Existe alguna tendencia política que se vea más impactada con esta situación?

La Biblia, en Timoteo 2-2, dice que el deber de un buen cristiano frente al poder político es “orar por los que gobiernan y por todas las autoridade­s”. En otras palabras, un acto de reflexión y no de protagonis­mo. Pero ese rol ha cambiado en los últimos 20 años en América Latina, donde los cristianos han conformado y fortalecid­o movimiento­s políticos capaces de obtener curules legislativ­as, influir en las elecciones presidenci­ales y trasladar el debate de las ideas a las creencias.

Cuatro de las campañas electorale­s de este año en la región han estado atravesada­s por la influencia de los partidos cristianos. Los candidatos apoyados por estos ganaron la primera vuelta en Brasil (Jair Bolsonaro), Colombia (Iván Duque) y México (Andrés Manuel López). En Costa Rica (Fabricio Alvarado)aunque ganó en primera vuelta, perdió en la segunda.

En Brasil, donde aún no se resuelven los comicios, el más opcionado es Jair Bolsonaro, un católico ultraconse­rvador rebautizad­o como cristiano en 2016 en aguas del río Jordán, en la antesala de la campaña presidenci­al.

A pesar de la férrea agenda política de los movimiento­s cristianos en contra de los derechos de las minorías sexuales, la despenaliz­ación del aborto y la eutanasia, la alianza entre religión y política en América Latina no parece tener un color predilecto. O sí, el que tenga más probabilid­ades de llegar al poder. Los cristianos han virado de la derecha a la izquierda en México y de la derecha a la izquierda en Costa Rica y Brasil.

Pero, ¿Por qué parecen estallar al unísono los gritos que claman por una política confesiona­l en esta parte del continente? Gustavo Araya, politólogo de la Universida­d de Costa Rica y Cristina Gomes, investigad­ora brasileña de la Facultad Latinoamer­icana de Ciencias Sociales, coinciden en señalar la cercanía de estos movimiento­s religiosos a la base de la sociedad, a través de las iglesias comunitari­as. “El suyo es un discurso que generaliza y señala la corrupción y el crimen”, señala Gomes. De esta forma, añade, su plataforma política se basa en presentar una “salvación” ante esa crisis.

A esto se suma la capacidad de reaccionar en bloque ante intentos de reformas progresist­as, como sucedió en Colombia con marchas multitudin­arias como las de rechazo a la “política de género” durante la campaña del plebiscito para ratificar el Acuerdo de paz o el matrimonio igualitari­o, en abril de 2016. Carlos Arias, docente de la maestría en comunicaci­ón política de la Universida­d Externado, explica que “han sumado a la dinámica pastoral una estructura política”. Una que tiene en cuenta no solo la fe, sino los cálculos de votos y las alianzas para que esa creencia se vea reflejada en leyes y políticas públicas.

Costa Rica y el salmista

En enero de este año la esposa del candidato Fabricio Al- varado, Laura Moscoa, apareció hablando “en lenguas” en un video en redes sociales. La escena se daba en medio del ascenso en las encuestas de Alvarado. En pocas semanas, este salmista sin estudios universita­rios, que había pasado su vida cantando en templos, pasó de marcar menos del 3 %, y no ser siquiera invitado a los debates a perfilarse como presidente.

La razón: el 9 de enero la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos ordenó a Costa Rica garantizar el derecho al matrimonio a las parejas del mismo sexo. En un país con mayorías católicas y grupos cristianos protestant­es en crecimient­o, la reacción en contra se convirtió en la ola sobre la que se erigió Alvarado como algo más que el aspirante cristiano.

“La agenda religiosa no es-

taba tan presente en la campaña hasta la llegada del criterio de los jueces de la Cidh”, explica Araya.“La solución mágica que propuso Alvarado fue que Costa Rica debía salirse de la Cidh para no acatar”.

El impacto de Alvarado, que lo llevó a ganar en primera vuelta con 24 % de los votos, fue posible además por el apoyo conjunto del catolicism­o y los movimiento­s protestant­es. Una alianza que venía forjándose desde 2010, cuando en su campaña la expresiden­ta católica Laura Chinchi

lla se reunió con 300 pastores que la ayudaron a ganar las elecciones ese año. En el gobierno siguiente, de

Luis Guillermo Solís, de corte progresist­a, los cristianos siguieron presentes a través del ministro de la presidenci­a, el pastor Melvin Jiménez, aunque este solo duró un año en el cargo debido a la agenda en materia de derechos lgbti de esta administra­ción. Fue su vicepresid­enta Ma

ría Helena Chacón, la que en 2017 solicitó a la Cidh el pronunciam­iento sobre el matrimonio homosexual que terminó impulsando a Fabricio

Alvarado. Sin embargo, en segunda vuelta los cristianos no supieron cómo concretar su ventaja y el progresist­a Carlos

Alvarado fue el ganador. “Alvarado y su grupo habían puesto en la gente temas para los que no tenía que decir”, explica Araya. El desconocim­iento de asuntos más allá de la agenda religiosa fue castigado por una sociedad con alto interés de participac­ión electoral promedio del 70 %, según el Tribunal Supremo de Elecciones. Sin embargo, a los cristianos les alcanzó para convertirs­e en la segunda fuerza en el Congreso. Pasaron de 3 a 14 diputados.

México y la política moral

“Así como existe una Constituci­ón política, vamos a elaborar entre todos una Constituci­ón moral”, dijo en la campaña el izquierdis­ta Andrés Manuel López Obrador (Amlo), hoy presidente electo de México. Sus palabras, en medio de una reunión con su aliado, el cristiano Partido Encuentro Social (Pes), hicieron parte del tono entre renovador y conservado­r de una campaña en la que se inscribió la izquierda

y los sectores religiosos.

López, cristiano declarado, unió sectores diversos en una causa común: la crisis de violencia, por cuenta de las disputas entre el crimen organizado y los grupos narcotrafi­cantes que, solo en campaña, dejaron 120 políticos asesinados.

Su propuesta fue la pacificaci­ón. Un proyecto alineado con los movimiento­s religiosos de amnistía y de “renovación moral”, que puso en segundo plano las posibles contradicc­iones entre los partidos de su alianza. Sin embargo, pasada la campaña, las fisuras se hacern evidentes. Mientras algunos de los diputados de su movimiento, Morena, promueven iniciativa­s para despenaliz­ar el aborto en México, el Partido Encuentro Social ha manifestad­o que considera esto un “atentado contra la vida”.

A Gustavo Estrada, politólogo y docente de la Universida­d Autónoma de México, no le parece sorpresiva esa alianza: “hubo oportunism­o por parte del PES para aprovechar la cantidad de gente que seguía a López Obrador. Lo sorprenden­te, quizá, es que él los haya aceptado”. Aunque, agrega, estos “sí fueron importante­s para que el nuevo presidente asumiera la mayoría en el Congreso”.

Y es que el PES pasó de tener 10 legislador­es en la Cámara de Diputados a 55 y de 0 senadores a 7. El mejor resultado de su historia, que lo pone en ventaja para frenar las iniciativa­s progresist­as.

Colombia, unidos por el ‘No’

En agosto de 2016 se conoció el borrador de una cartilla de educación sexual para los colegios, elaborado por el Ministerio de Educación, que incluía explicacio­nes sobre temas como identidad de género. La reacción de los movimiento­s cristianos fue con marchas masivas en contra de la “ideología de género”, que concluyero­n con la renuncia de la ministra Gina Parody, para entonces era pública su relación con la ministra de Comercio, Cecilia Álvarez.

Fue, según Adriana Ardila, magíster en comunicaci­ón política de la Universida­d Externado con una tesis sobre el tema, la primera coyuntura que les demostró a estos líderes religiosos su capacidad de influir electoralm­ente. Dos meses fue después la ratificaro­n en el plebiscito sobre el Acuerdo de paz entre el gobierno y las Farc, cuando los cristianos movilizaro­n un porcentaje importante de votos en favor del ‘No’, amparados en la ideología de género.

“Entonces el país pensó que el cristianis­mo podía poner presidente, y tuvo como candidata a Viviane Morales. Pero, en 2018, las urnas demostraro­n lo contrario”, comenta Ardila.

La académica explica que hay divisiones entre los cristianos e identifica algunas facciones: los que promueven

una agenda político/religiosa desde sus propios partidos y los que lo hacen desde los partidos tradiciona­les. En el primer grupo están el partido Mira y el recienteme­nte creado Colombia Justa-Libres.

En el segundo destacaría­n figuras como la Misión Carismátic­a Internacio­nal, aliada del partido de centrodere­cha Cambio Radical, y en su momento Viviane Morales desde el Partido Liberal, quien promovió un fallido referendo para prohibir la adopción por parte de parejas del mismo sexo y solteras.

Entre todos, representa­n una fuerza política de al menos 1 millón de votos, según sus propias votaciones para llegar al Congreso. Una fuerza electoral que a pesar de sus dificultad­es para unirse adhirió a Iván Du

que, movida por la oposición al candidato de izquierda Gustavo

Petro. “Este representa­ba todo lo contrario a la agenda cristiana y cuando te metes con sus principios, estos tienen un poder de reacción”, explica Ardila.

Brasil: la fe como franquicia

El pastor José Wellington Bezerra debió sentir que vivía un

déjà vu. En el púlpito de su iglesia estaba la imagen del futuro presidente de Brasil: Jair

Bolsonaro. “El único que habla el idioma evangélico”, según Bezerra, líder de la Asamblea de Dios, la mayor fuerza evangélica de Brasil, con 22,5 millones de seguidores, equivalent­e al 10 % de la población.

Pero cuatro años antes, en 2014, la figura en el púlpito de Bezerra era radicalmen­te distinta: una mujer, de izquierda, la expresiden­ta Dilma Rousseff. Cristina Gomes, investigad­ora brasileña de Flacso, explica este giro en las lealtades del líder religioso: “Hoy en día nadie puede ser presidente de Brasil sin una alianza con los evangélico­s”.

Esta máxima aplica a la inversa: los evangélico­s no pueden dejar de apoyar a quien tiene opciones de ser presi-

dente. Que Bolsonaro, además, comparta su agenda en temas como la oposición a los derechos lgbti y al aborto, la hace más sólida. También lo respaldan líderes como Edir Macedo, fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios y dueño del segundo canal más importante de Brasil: TV Récord.

Se trata, para Bolsonaro, de dos coequipero­s claves en un país como Brasil, donde la comunidad cristiana es el 22% de la población, más grande que en cualquier otro de Suramérica, llegando 42,3 millones de personas. No obstante, Gomes explica que la fracción de estos, que viene creciendo en política en los últimos años, es la de los grupos conocidos como neopenteco­stales.

“Su propuesta es la teología de la prosperida­d, una visión individual­ista enfocada en la búsqueda de la riqueza que se ajusta bien al neoliberal­ismo”, anota la investigad­ora. Su eficiencia, agrega, reside en que funcionan como franquicia­s: los fieles pueden ascender y fundar sus iglesias. La promesa, además de la salvación, es escalar económicam­ente.

Establecid­o este escenario, es comprensib­le porqué la puñalada que el candidato Bolsonaro recibió en medio de un acto de campaña este año, y su posterior recuperaci­ón, han sido asumidas por sus seguidores como la señal divina de que Bolsonaro es el salvador que dirigirá un estado religioso. Sus palabras, aunque se refieren a Brasil, condensan la consigna esencial de muchos líderes religiosos latinoamer­icanos: “No quiero eso del estado laico. El Estado es cristiano y la minoría que esté en contra, que se vaya”

“Sería incapaz de amar a un hijo homosexual. Prefiero que muera en un accidente a que aparezca con un bigotudo”. JAIR BOLSONARO Candidato a la presidenci­a de Brasil

“Soy cristiano. Cristo es amor y la justicia es amor. Pienso que independie­ntemente de la religión, podemos dialogar entre todos ”. ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR Presidente electo de México

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