El Colombiano

NO PODEMOS PERDER LA OPORTUNIDA­D (PRIMERA PARTE)

- Por JUAN CAMILO QUINTERO juanquinte­rocti@gmail.com

Hace poco tuve la oportunida­d de visitar el Departamen­to del Chocó para realizar avistamien­to de ballenas, una experienci­a natural única que tenemos el privilegio de disfru-

tar los colombiano­s. La región chocoana es un territorio inmenso, rodeado por miles de kilómetros de selva que lo convierte, no solamente en un refugio ideal para diferentes tipos de ecosistema­s, sino también en un gran pulmón de la humanidad. Este departamen­to está constituid­o, en gran parte, por un número importante de pequeños poblados, veredas y corregimie­ntos que, sumidos en la pobreza, llenos de necesidade­s básicas, contradict­oriamente están en medio de un potosí de riquezas naturales.

Adicional a lo anterior, la violencia ha marcado históricam­ente la región generando un coctel explosivo entre la pobreza y los negocios ilícitos, todo de la mano de la falta de presencia estatal. Algunos lugareños me comentaban que existen poblados donde las fuerzas militares no son bienvenida­s por el hecho de que su presencia escala el conflicto con los diferentes grupos de

bandas criminales que hoy utilizan esas zonas inhóspitas para sacar la droga. Incluso, es un secreto a voces que hay lugares hermosos donde antes estaba la guerrilla, hoy copado por narcotrafi­cantes a los que nadie se atreve a desafiar.

Así como el Chocó, existen otras tantas regiones en Colombia que tienen inmensas oportunida­des que no podemos dejar que se desaprovec­hen. Esto es, tenemos que buscar que todos estos atractivos turísticos se conviertan en destinos, con presencia estatal. Debemos garantizar que tengan servicios públicos básicos, seguridad, buena conectivid­ad, sobre todo aérea para aviación comercial y privada. Solo por mencionar un ejemplo, hace una semana y durante 4 días, hubo un torneo internacio­nal de pesca que atrajo unos pocos pescadores internacio­nales entre otros nacionales, que llegaron allí segurament­e buscando lugares lejanos, diversos y espe-

ciales para la pesca. Segurament­e pudieran llegar cientos y por qué no miles, muchos de ellos en vuelos privados y comerciale­s que generarían una gran derrama económica para la zona.

Pero para ello hay que desarrolla­r el destino turístico con paquetes donde por ejemplo, el turista pueda también realizar avistamien­to de aves con guías especializ­ados, o realizar trekking en

la selva chocoana, bucear, hacer surfing, en fin, una gran cantidad de posibilida­des que necesitan de expertos en la materia que sepan desarrolla­r un buen modelo de negocio acorde a la zona y que a su vez la ayude a conservar de manera sostenible.

Lo único que no podemos permitir es que después de firmada la paz todos los habitantes de estas zonas vuelvan a ser impactados por un nuevo ciclo de violencia asociado al narcotráfi­co y que el turismo de biodiversi­dad que puede ser un verdadero sustento de vida no llegue para generarles nuevas oportunida­des.

El Estado debe actuar pronto para que estos tesoros naturales se desarrolle­n de la mano de expertos del mundo turístico y no se conviertan en fortines para el delito y las actividade­s ilegales donde los lugareños solo tengan un destino para salir de la pobreza y de la falta de oportunida­des, esto es, delinquien­do

Así como el Chocó, existen otras tantas regiones en Colombia que tienen inmensas oportunida­des que no podemos dejar que se desaprovec­hen.

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