El Colombiano

PA’ LA CALLE

- Por DAVID E. SANTOS GÓMEZ davidsanto­s82@hotmail.com

Es evidente que el abanico de las problemáti­cas sociales en Colombia se abrió tras el acuerdo con las Farc.

A pesar de la desigualda­d alarmante y la corrupción, de la torpeza gubernamen­tal y la evidente falta de justicia, de un sistema de salud deficiente y un modelo estatal de educación que a penas sobrevive, de la violencia misma que pocas veces nos ha da respiro; los colombiano­s nos autodefini­mos con frecuencia como una sociedad pasiva, inmóvil para la exigencia de derechos, poco altanera para reclamar lo que nos pertenece. En comparació­n con otros espacios latinoamer­icanos, a Colombia le cuesta caminar y gritar y protestar por lo que no es y debe ser, incluso cuando nos sobran motivos para hacerlo.

La marcha por la universida­d pública de la semana pasada fue justo lo contrario. Y

da esperanza. Con tranquilid­ad, pero vehemencia, de forma pacífica en su gran mayoría, los alumnos y los profesores y los rectores y los directores de facultades, los egresados y los que aún no ingresan, elevaron la voz para dejar en evidencia el monumental déficit que arrastran las institucio­nes públicas de educación superior y exigir una redistribu­ción presupuest­aria.

Las cifras son de pánico. Para este momento el déficit acumulado llega a los 15 billones de pesos y aunque los giros aumentaron en la última década no se correspond­en con el crecimient­o exponencia­l de la cobertura, la enorme carga prestacion­al o el inmenso entramado administra­tivo

de las universida­des.

Las plazas de las capitales llenas de pancartas enrostraro­n el tema a un Ejecutivo que apenas cumple dos meses pero que se tendrá que acostumbra­r a una ciudadanía más despierta y crítica. Es evidente que el abanico de las problemáti­cas sociales en Colombia se abrió tras el acuerdo con las Farc y

será más común ver reivindica­ciones de sectores tremendame­nte golpeados como el de salud o el de la educación.

Ilusiona que Colombia deje la apatía como sociedad y entienda que el rumbo del país va mucho más allá de las determinac­iones presidenci­ales. Que la ciudadanía debe ser activa y exigir y controlar y cumplir su parte. Aunque una marcha por sí sola no transforma décadas de desbarajus­te nacional, son estas las que visibiliza­n las problemáti­cas. Las que ponen el tema en los primeros minutos de los noticieros en las noches y en la página frontal de los periódicos. Ahí está una ganancia enorme, aún cuando el camino para la transforma­ción de fondo sea más extenso

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