El Colombiano

NO LO OLVIDEMOS

- Por JOSÉ GREGORIO HERNÁNDEZ G* redaccion@elcolombia­no.com.co

Gracias a la presión y a la solidarida­d de la sociedad y los medios de comunicaci­ón, se produjo finalmente -tras una semana de secuestro- la liberación del niño Cristo José, quien había sido secuestrad­o en Norte de Santander-.

Como lo expresamos en columna radial, más allá del buen suceso con el cual terminó el sufrimient­o del niño y de su familia, lo cierto es que el Estado tiene que proceder a la captura de quienes perpetraro­n el delito, asegurar su comparecen­cia y juzgamient­o, para que el abominable hecho no quede impune y no se repita.

Decíamos que la impunidad, la tolerancia frente al delito, la debilidad de las autoridade­s y los jueces cuando se trata de aplicar las normas penales, no le hacen ningún bien al país, ni contribuye­n a

la paz. Las víctimas pueden perdonar -y eso está bien desde una actitud religiosa muy respetable-, pero el Estado, sus órganos policiales y judiciales están obligados a perseguir el delito y a deducir plenamente y sin contemplac­iones, aplicando el ordenamien­to jurídico, las consecuenc­ias de haber infringido las más elementale­s reglas de convivenci­a.

El Estado colombiano ha sido demasiado permisivo con la delincuenc­ia, inclusive con delitos atroces y crímenes de lesa humanidad, y con esa política -si así se puede llamar-, débil y maleable, y con la entrega de los derechos de la sociedad a la delincuenc­ia con el pretexto de una paz no cumplida, ha abierto una brecha enorme de impunidad, con el consiguien­te estímulo para que otros se animen a

delinquir. Hacemos votos porque lo anunciado por el presidente de la República -“el que la hace la paga”- se convierta en realidad, y que, en efecto, las normas se hagan efectivas y concretas, sin tanto beneficio y rebaja.

Ahora bien, sin duda, era necesaria la solidarida­d del país con Cristo José. Todos celebramos alborozado­s que haya quedado en libertad, sin detrimento de su salud ni de su integridad.

Pero no se nos olvide que, hace más de 20 días, otro niño – Alberto Cardona- fue víctima de la delincuenc­ia, inclusive con ribetes de mayor gravedad. Los hechos se sucedieron en los alrededore­s de la Sierra Nevada de Santa Marta. Es un niño de apenas seis años; su padre fue asesinado a tiros; se encontró el cadáver, y el paradero del niño se desconoce.

¿Cómo no va a despertar este hecho la indignació­n y la solidarida­d de la sociedad, del Gobierno, de la Fuerza Pública?

La Fuerza Pública debe redoblar esfuerzos para dar con el paradero del menor y con los criminales que mataron a su padre y que a él, o lo secuestrar­on o lo abandonaro­n. Hacemos votos porque, cuando estas líneas se publiquen, ya el niño haya sido liberado.

A la búsqueda y rescate de Alberto se debe dar –por parte del Gobierno, de los medios y de la ciudadanía- toda la importanci­a y despliegue, como en el caso de Cristo José. Este doloroso caso no puede quedar en el olvido

*Colprensa.

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