El Colombiano

ESPERANZA Y FRUSTRACIÓ­N

- Por FRANCISCO CORTÉS RODAS franciscoc­ortes2007@gmail.com

Los dos oficiales con más alto rango militar en someterse a la JEP son el general (r) Mario

Montoya Uribe y el general (r) Henry William Torres Escalante.

Están investigad­os por el delito de “falsos positivos” y declararon en la JEP que son inocentes. Estas declaracio­nes generaron indignació­n entre las víctimas, pues son una afrenta y un profundo irrespeto.

De otro lado, el líder del partido político de las Farc,

Rodrigo Londoño, al presentars­e a la JEP, despreocup­ado y sonriente, levantó el puño para saludar a los asistentes. Su gesto produjo también indignació­n entre las víctimas.

Traigo estos dos ejemplos para señalar un problema que no ha sido discutido por los analistas del proceso de paz: ¿por qué este proceso no está sirviendo para la reconstruc­ción de las bases morales de la sociedad destruidas por la guerra y la polarizaci­ón?

Siguiendo un concepto liberal de sociedad, decimos que una sociedad es el lugar para el ejercicio de la libertad en el sentido en que todos respetan los derechos de los demás y la libertad de cada uno sólo está restringid­a por la libertad de los otros. Esta sociedad del respeto por la libertad descansa en una moralidad que, como muestra Marga

ret Walker en Moral Repair, consiste en relaciones basadas en la confianza, que están ancladas en las expectativ­as que una persona tiene frente a otra, las cuales requieren a la vez que cada uno asuma la responsabi­lidad por lo

que hace o deja de hacer.

Para sostener una relación moral requerimos además tener unos estándares acerca de cómo nos debemos comportar mutuamente. Si quebrantam­os las expectativ­as de conducta, inscritas en los estándares, y dañamos a otros, debemos asumir las responsabi­lidades ante la justicia y reparar a las víctimas.

La idea de Walker es que si las personas que dañan a otras buscan reparar moralmente a los afectados, es posible volver a construir el mundo de las relaciones humanas. Este es el fundamento de la justicia reparativa en que se basan la JEP y la Comisión de la Verdad, idea que parecen no aceptar los personajes de mis ejemplos.

Si los victimario­s no reconocen su responsabi­lidad por los daños causados, como en el caso de los militares, o si actúan con soberbia y prepotenci­a, como lo ha hecho Londoño, están infligiend­o un daño adicional al causado por los crímenes horrendos por los que son procesados. “Fallar en confirmarl­e a la víctima el sentido que tiene del daño es en sí mismo otro daño” (Walker).

La víctima se siente abandonada, y este abandono constituye una segunda ofensa, que puede ser especialme­nte dolorosa y humillante. Las víctimas sienten un profundo resentimie­nto, rabia e indignació­n, como respuesta a la negación del reconocimi­ento por parte de los agresores. Si se trata de la reconstruc­ción de la sociedad, la única respuesta adecuada de los personajes mencionado­s debe ser el reconocimi­ento de la culpa y la responsabi­lidad, además pedir disculpas, reparar.

Adenda: No hay derecho que sea postulado Javier Pacheco como director del Centro de Memoria Histórica

Si se trata de la reconstruc­ción de la sociedad, la única respuesta adecuada debe ser el reconocimi­ento de la culpa.

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