¿CUENTA DE COBRO?
Aquello de que no hay plazo que no se venza ni deuda que no se pague, sí que tiene aplicación en las acreencias políticas.
El exministro Juan Camilo
Restrepo no tuvo por parte del presidente Santos, la consideración y el respeto que se merecía en su abnegada labor de buscar un acuerdo de paz con el Eln en la capital ecuatoriana. Cuando las conversaciones se alargaban y ellas no concretaban salidas al conflicto desde la Casa de Nariño, se envió a esa mesa de diálogo, al senador
Iván Cepeda y al exministro Álvaro Leiva, reconocidos simpatizantes de los movimientos guerrilleros. No se le consultó a Restrepo -cabeza de la delegación oficial- por simple decencia conceptual y por elemental regla de urbanidad, la llegada abrupta de este binomio a los diálogos quiteños. Apareció de improviso, lo que dejó confundido y hasta estupefacto al grupo de negociadores que venía escrutando fórmulas con aquellos insurgentes. Se sintieron descalificados, por no decir descabezados y desplazados de toda responsabilidad, en ese golpe de mano que les daba un presidente lleno de paradojas y de trastiendas.
Ahora Juan Camilo saca la cabeza del ostracismo para hacer unas bien fundadas críticas al cuatrienio anterior, al que sirvió no solo como negociador con el Eln, sino como ministro de Agricultura. Califica, sin ambages, como uno de los muchos lunares negros del anterior régimen “el uso y el abuso desmesurado de los cupos indicativos que en el fondo es la levadura del pan duro de la corrupción en Colombia”. Severo enjuiciamiento a quien fuera su patrón.
Pero no se para en pelillos el exministro de Hacienda de Pastrana y excandidato presidencial por el Partido Conservador, para cargar contra el gobierno Santos. En ese reportaje con
María Isabel Rueda critica la abundante mermelada con que Santos compraba de riguroso contado la adhesión de los congresistas para sacar adelante sus proyectos de ley y sus caprichos. Tal jalea la califica de “tragedia y sobre todo una manera de mal habituar al Congreso”. Y como para que no quede duda de su posición adversa a buena parte de la gestión santista, al examinar las partidas adicionadas por el gobierno Duque al cojo presupuesto nacional que dejó como herencia Santos,
precisa que, “leí que al presupuesto le adicionaron 2,6 billones de pesos porque no tenía nada para la paz, lo cual es sorprendente, porque indica que el anterior gobierno, como gran abanderado de la paz, entregó el presupuesto en los huesos para el posconflicto” (El
subrayado es nuestro).
Así que los antiguos colaboradores del cuatrienio anterior, empiezan a confirmar las amargas experiencias que se heredaron de esa gestión en materia de corrupción y de improvisación. Y eso adquiere importancia por tratarse de un personaje tan serio y ponderado en sus juicios de valor como Juan Camilo Restrepo, quien de paso en ese reportaje, glosa las posibilidades de castigar ahora con más reformas tributarias a la clase media, a la que se quiere reventar con tributos que superan su capacidad de compra, cuando ya la de ahorro está prácticamente extinguida
Juan Camilo Restrepo critica la abundante mermelada con que Santos compraba de riguroso contado la adhesión de los congresistas para sacar adelante sus proyectos de ley y sus caprichos.