El Colombiano

EL MULTIMILLO­NARIO QUE LLEVÓ A SEARS A CORTE DE BANCARROTA

- Por WILLIAM D. COHAN redaccion@elcolombia­no.com.co

Cuando Sears, en un entonces el minorista más grande de Estados Unidos, hizo su declaració­n de quiebra el 15 de octubre en un juzgado de White Plains, la causa próxima fue la decisión de Eddie

Lampert, por mucho su principal acreedor y accionista individual, de no pagar un préstamo de US$134 millones que se debía. “Esto no es tanto un cubo de hielo derretido, sino un charco”, dijo un abogado de un gran acreedor al Tribunal Federal de Quiebras.

Pero al final esto no se trató simplement­e de un minorista en problemas tratando de pagar las cuentas. Sears sucumbió a la arrogancia de Lampert. Los problemas en Sears Holdings, como se conoce en Wall Street, llevan más de una década en proceso, todo porque uno de los tipos más inteligent­es que ha estado en cualquier salón, Lampert, se mantuvo convencido de su propio pensamient­o profundame­nte erróneo. Como resultado, miles de millones de dólares en dinero de accionista­s y acreedores han sido inmolados, probableme­nte para siempre; al menos 175.000 empleos se han perdido; y una de las más grandes historias de éxito empresaria­l en EE.UU. bien podría extinguirs­e.

Es una historia de advertenci­a más sobre los límites de la ingeniería financiera. No tenía que ser así. Lampert comenzó esta odisea de 15 años en 2003 después de comprar los bonos del minorista de descuentos fracasado Kmart y convirtió esos bonos en una posición de control en el patrimonio de Kmart. Dirigió su propio fondo de cobertura, ESL, invirtiend­o dinero de multimillo­narios ricos como

David Geffen, la familia Ziff y Michael Dell. Usando su dinero, y algo del suyo, Lampert también se convirtió en un multimillo­nario, con éxitos gigantesco­s invirtiend­o, entre otros, en AutoZone y AutoNation, minoristas de autopartes y de automóvile­s. Vio oportunida­des donde otros no lo hicieron.

Su éxito temprano en Kmart descrestó a Wall Street. En 2003, la ganancia operativa en Kmart fue alrededor de US$400 millones; al año siguiente, fue de US$900 millones. Es entonces cuando entró en juego la arrogancia. Pensó que sabía algo sobre el comercio minorista, a pesar de que lo que realmente sabía era la ingeniería financiera. En 2005, fusionó el Kmart rejuveneci­do con Sears, en ese entonces un minorista nacional administra­do de manera conservado­ra, pero que aún prosperaba. “Kmart fue un cambio”, me dijo en una entrevista excepciona­l de 2017 para Vanity Fair. “Poner a Kmart y Sears juntos fue una transforma­ción”.

En eso Lampert estaba equivocado. Decidió no invertir el capital necesario para remodelar los almacenes Sears y Kmart para mantener su inventario y apariencia actualizad­os. En cambio, tomó un riesgo enorme, que nunca valió la pena, invertir en la página web de Sears y comercio en línea. Lo hizo demasiado temprano, la base de clientes de Sears nunca se acostumbró a comprar en línea. En cambio, Amazon.com se comió el almuerzo de Sears (y el desayuno y la cena) hasta que tiró la toalla este año y se unió a Amazon para permitirle vender electrodom­ésticos de Kenmore, algo que él se había negado a hacer.

Fue demasiado poco demasiado tarde. La desesperac­ión había cogido fuerza. Lampert usó toda herramient­a de ingeniería financiera que conocía. Empezó a vender las marcas valiosas de Sears, incluyendo las herramient­as Craftsman, que fueron a parar en manos de un competidor; separó cientos de tiendas Sears para convertirl­as en una empresa que cotiza en bolsa que él y otros inversioni­stas ricos controlaba­n; y se convirtió en el mayor acreedor y accionista de Sears.

La mayoría se habría rendido años antes. Lampert no. ¿Podría descubrir formas de salvar a Sears y Kmart de la bancarrota, aunque casi todos le dijeron que no podía? La respuesta, por supuesto, fue no. Lampert será multimillo­nario de cualquier manera; sus inversione­s en Sears y otras compañías lo han convertido en una de las personas más ricas de EE.UU.

Pero ese no es el final de la historia. Como Lampert es el acreedor individual más grande de Sears, está en posición de controlar a la compañía de nuevo en caso de que y cuando salga de la protección de bancarrota. Parece estarse alistando para ese resultado. Aún es el presidente de la junta de Sears, aunque renunció a su posición de jefe ejecutivo como parte de la declaració­n de bancarrota. También ha propuesto un nuevo préstamo garantizad­o de US$300 millones para permitir que la compañía continúe operando en bancarrota. Y todavía le gustaría comprar la marca Kenmore, una de sus propiedade­s más valiosas, a Sears por US$400 millones.

Sí, muchos minoristas de la antigua economía han fracasado en adaptarse a las necesidade­s cambiantes de los consumidor­es. Pero los magos de la ingeniería financiera -ya sea Lampert en Sears o la venerable firma de compras KKR en Toys “R” Us- no lo han hecho mejor. La próxima vez que los maestros del Universo llamen con una propuesta de compra, tal vez una empresa inteligent­e quiera cerrar la puerta de la sala de juntas

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