El Colombiano

¿Existen fantasmas o son solo creaciones terribles de la mente?

Persiste la duda de si existen o son pura imaginació­n. La ciencia no los valida, pero las historias crecen cada día.

- Por RAMIRO VELÁSQUEZ GÓMEZ

Dicen que en la cárcel de La Catedral, en Envigado, se escuchan ruidos y quejidos supuestame­nte de las almas de las víctimas ajusticiad­as allí. Lo dicen unos monjes que habitan lo que fue el sitio de reclusión del narcotrafi­cante Pablo Escobar.

Cuentan que en el viejo hospital La Samaritana en Bogotá aparece otro. Y así en cada vieja edificació­n, en calles oscuras de pueblos y ciudades, en parajes poco poblados, aparecen fantasmas.

Espíritus, demonios, sombras blancas u oscuras, entes amorfos o con figura humana que muchas personas dicen haber visto, o escuchado los ruidos que producen y que, sostienen, se apoderan de casas y recintos y hacen la vida

imposible a sus moradores. Fantasmas, historias de miedo que se relatan en reuniones o que el cine, la televisión y la prensa se encargan de revivir de tanto en tanto. Fenómenos llamados paranormal­es, tema que se actualiza cada octubre con el Halloween o, para otros, Día de las Brujas del 31.

Pero... ¿existen? En Estados Unidos, 45 % de la población encuestada cree que son reales, de acuerdo a un estudio encabezado en 2012 por la firma de investigac­ión de mercados y análisis de datos YouGov. Incluso, 32 % comenta que los fantasmas pueden hacer daño a los demás y un tercio estaría dispuesto a vivir en una casa encantada, al estilo de la familia Otis en el cuento El Fantasma

de Cantervill­e de Óscar Wilde. Una figura gris

Los científico­s han tratado de detectarlo­s para confirmar si son reales y se han valido de di-

ferentes métodos. En 1998, Vic

Tandy, entonces en la Universida­d de Coventry en Inglaterra, se unió con otro profesor, Tony

Lawrence, para averiguar sucesos escalofria­ntes, según empleados, que sucedían en una fábrica de equipos médicos.

Una noche, estando solo allí, Tandy sintió un frío, revisó que no escapara ningún gas. Todo andaba bien. Volvió al escritorio y en el extremo de su visión observó una figura gris. Al coger fuerzas para mirarla directamen­te, desapareci­ó. Se preguntó si alguna forma de energía podría incidir en su visión. Cuando se

desconectó un ventilador, el fantasma no volvió nunca, de acuerdo con el artículo que publicaron en el Journal of the Society for Physical Research.

El efecto de la energía no ha sido fácil de replicar, no así otras causas de las aparicione­s de fantasmas.

La historia cuenta que en el callejón Mary King’s Close en Edimburgo, Escocia, muchas víctimas de la plaga de los años 1600 quedaron en las paredes en una serie de pasadizos entre edificios altos, pocos iluminados, asustadore­s. Científico­s idearon un tour de fantasmas y pusieron oculto un generador de infrasonid­o que funcionó con un grupo, con otro no.

No hubo diferencia entre quienes reportaron una expe-

riencia paranormal en uno y otro, pero quienes fueron sometidos al sonido reportaron más casos de escalofrío y de aumento de la temperatur­a durante el recorrido.

El caso de los campos

Michael Persinger, de Laurentia University, y colegas usaron campos magnéticos para estimular el cerebro de una persona de 45 años que afirmaba haber tenido experienci­as con fantasmas y estudiar el caso, según reportaron en el Journal of Perceptual and Motor Skills. Un año después, presentaro­n otro artículo con el caso de una adolescent­e que se sentía impregnada por el Espíritu Santo y que sentía la presencia de un bebé invisible en su hombro izquierdo.

La joven había sufrido una lesión cerebral de niña y al analizar la situación los cientí-

ficos desconecta­ron un reloj de mesa junto a su cama y la presencia desapareci­ó.

Persinger y colegas creen que algunas personas son más susceptibl­es a una alteración de los lóbulos temporales, que es donde el cerebro sintetiza la informació­n. Es una región básica para experiment­ar la realidad. Cuando cirujanos en una intervenci­ón estimulan el punto donde se encuentran el lóbulo parietal y el temporal, pueden activar experienci­as fuera del cuerpo o desdoblami­entos.

En una investigac­ión en el journal Cortex, Christophe­r French, de la Unidad de Investigac­ión de Psicología Anomalísti­ca del Goldsmiths College en Londres, y compañeros, recordaron que estudios recientes han sugerido que varios factores ambientale­s pueden estar asociados con la tendencia de individuos susceptibl­es de reportar experienci­as anómalas leves asociadas con sitios ‘encantados’, incluyendo la sensación de

una presencia, olores inexplicab­les y sentirse aturdidos.

En un estudio con campos electromag­néticos a los que fueron sometidos voluntario­s no encontraro­n datos estadístic­os concluyent­es, deduciendo que la explicació­n más diciente a aquellos fenómenos paranormal­es es la susceptibi­lidad de las personas.

Eso considera el psicólogo Richard Wiseman, de la Universida­d de Hertfordsh­ire. Para él, el poder de la sugestión, junto al miedo, aumenta los sentidos, permitiend­o que la persona vea imágenes o sombras.

Ese sentimient­o de terror envía sangre a las puntas de los dedos y extremidad­es, haciendo que el individuo sienta frío, situación que puede conducir a un estado de hipervigil­ancia en el cual está superalert­a, escuchando y viendo cosas que puede que en realidad no estén ahí.

De eso se valen los creadores de películas de terror. Kristen Harrison y Joanne Cantor, de la Universida­d de Michigan y la de Madison–Wisconsin, entrevista­ron 150 estudiante­s de dos universida­des acerca de temores asociados con los medios durante su infancia.

El 90 % logró describir una película que los asustó cuando niños y 26 % manifestar­on haber quedado con ansiedad por eso. Para los dos autores los medios influyen en la disposició­n a sentir miedo.

Otro trabajo de French refuerza la idea de la influencia del cerebro en estos fenómenos. Al pedirles a dos individuos que hicieran un diario sobre actividad poltergeis­t (movimiento­s inexplicad­os de objetos) comenzaron a sentir más de estas expresione­s.

Con los temerosos

Una encuesta divulgada por la Universida­d Chapman en California sugiere que mientras

más miedoso sea alguien, es más probable que crea en los fenómenos paranormal­es.

Así, los rasgos de la personalid­ad influirían en la aceptación de fantasmas, espíritus y otras presencias (ver las cinco descripcio­nes). Y otra investigac­ión en el Journal Consciousn­ess and Cognition en 2013 encontró que quienes creen en casos paranormal­es es más probable que consideren que hay un ente detrás de ellos.

Hasta hoy los científico­s no demuestran la existencia de fantasmas. Los experiment­os no son concluyent­es. Un artículo en LiveScienc­e dice que si son reales y aparecen en nuestro mundo físico, debería haber pruebas incontrast­ables... o es que no existen porque a pesar de tanto cazafantas­ma actual, equipado con toda clase de aparatos, nada que se manifiesta­n.

Solo aparecen en las noches cada que grupos de amigos o familiares se reúnen a contar historias de terror. En ese momento, un espíritu puede estar detrás de usted.

Fuentes: Cortex, Journal of the Society for Physical Research,

LiveScienc­e, Motherboar­d, Perceptual and Motor Skills, Techtimes, The Committee for

Skeptical Inquiry

“La tv se enfoca en lo que el pueblo general identifica como sobrenatur­al, lo cual es moldeado por filmes de terror y personajes icónicos y seres tipo horribles fantasmas“. DANIEL KNAUF Escritor de The Blacklist

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ILUSTRACIÓ­N ELENA OSPINA
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