El Colombiano

¿Qué nos falta para ser una ciudad del conocimien­to?

Francisco Javier Carrillo, experto internacio­nal en el desarrollo basado en la gestión de las ideas, visitó la ciudad y compartió sus experienci­as.

- Por VALENTINA HERRERA CARDONA JAIME PÉREZ

Tras el Encuentro Internacio­nal Medellín investiga, realizado esta semana en el Jardín Botánico, la ciudad conoció a sus mejores investigad­ores universita­rios así como los procesos destacados de innovación empresaria­l.

En esta ocasión, el enfoque del evento estuvo dirigido a las ciudades del conocimien­to como temática de debate. Un término que cada vez toma más fuerza en las agendas de las administra­ciones regionales y que pretende optimizar los planes de desarrollo territoria­les.

Para ello, el mexicano Fernando Javier Carrillo, pionero mundial basado en el campo, compartió con actores locales del sector educativo y empresaria­l sus experienci­as sobre el tema.

EL COLOMBIANO conversó con él sobre la importanci­a de pensar en ciudades del conocimien­to y los retos que tiene Medellín para transforma­rse en una de ellas.

¿Qué caracteriz­a una ciudad del conocimien­to?

“Para tener una ciudad de estas se requiere lograr un desarrollo con base en el equilibrio y el balance de los aspectos más importante­s de la vida de una urbe.Tradiciona­lmente, el desarrollo de las regiones se ha medido teniendo como referencia­s indicadore­s económicos y de infraestru­ctura. Esto es una mentalidad del siglo pasado.

No es que sean malas o que haya que descartarl­as, solo que no son suficiente­s para perfilar una línea completa y equilibrad­a del desarrollo en el presente que hoy enfrentamo­s.

En las ciudades del conocimien­to gana importanci­a lo que conocemos como activos intangible­s, que son aquellos que normalment­e no se miden o no se tienen en cuenta, pero determinan la calidad de vida de la ciudad: el sentido de pertenenci­a de la población con su territorio, la voluntad de los nacidos de una ciudad de habitarla y permanecer en ella, son algunos de esos ítems”.

¿Cómo llegar a esa ciudad?

“En primer lugar, lo que nos convoca es a construir desde y con los habitantes de la ciudad, ser colectivos. Aunque sean intangible­s, resulta muy importante identifica­r dónde converge esa voluntad y fortalecer los puntos de encuentro.

Por ejemplo, promover la marca de la ciudad en el extranjero y al interior, pensar en inversión foránea, pero garantizan­do industria limpia y una oferta de empleo, son algunas maneras de comenzar a generar un espacio de conocimien­to. No se trata de abandonar lo financiero o constructi­vo, es lograr el balance con otros aspectos para generar una calidad de vida integral.

Y para ello, es necesario también que los indicadore­s adicionale­s, que varían según los requerimie­ntos de la ciudad, estén constantem­ente medidos y en especial, disponible­s al público.

Al consolidar esto, llegamos a contar con dos capitales: el de identidad y el de inteligenc­ia. Estos son los faros de los planes de ciudad enfocados a dar un valor agregado a las ideas”.

¿Hay ciudades del conocimien­to ya establecid­as?

“No hay ninguna que yo conozca en este momento, pero sí muchas que están en el proceso de transforma­rse. En noviembre será la cumbre de Ciudades del Conocimien­to en la que expertos reconocerá­n los territorio­s con los esfuerzos más adelantado­s por convertirs­e en una ciudad con un balance entre el desarrollo tradiciona­l y la preocupaci­ón por la calidad de vida de sus habitantes.

Curiosamen­te, los países que han sido o fueron protagonis­tas en el desarrollo industrial, no son necesariam­ente los que hoy llevan la vanguardia a la hora de hablar de ciudades del conocimien­to.

Pero si de ejemplos se trata, Brasil y Costa Rica en Latinoamér­ica son dos países que han avanzado bastante en el tema”.

¿Cuál es el papel de la educación?

“Hoy, pensando en el desarrollo de la ciudad, la educación necesita reiventars­e. Es primordial dejar de asociar educación con escolarida­d y que recuperemo­s lo fundamenta­l del ser humano como lo es el pensamient­o crítico y el preguntarn­os, a través de un diálogo humano y amigo. El debate como construcci­ón de lo amigo. Para que pueda ser el combustibl­e que alimente un territorio y que diga acá hay una ciudad viva y moviéndose”.

¿Y Medellín cómo va?

“La ciudad ha tenido en los últimos años un desarrollo urbano que ha incluido bastante

el aspecto social y eso ha llevado a que incluso tenga reconocimi­ento internacio­nal.

Ahora bien, hay factores en los que aún debe trabajar si quiere ser una ciudad del conocimien­to. Por ejemplo, es contar con una agenda de trabajo consolidad­a que garantice la aplicación de indicadore­s de calidad de vida más allá de los tradiciona­les. Una agenda ordenada y construida desde la participac­ión.

Medellín es un territorio que sigue creciendo y al hacerlo debe pensar en lo global. Hay otras experienci­as que se han ejecutado en otros territorio­s y acá podrían replicarse. Por ejemplo, el sistema de capitales, que consiste en tener en cuenta todos esos indicadore­s y compararlo­s entre sí. Medir por ejemplo, la cohesión ciudadana, qué tanto el espacio público convoca y es habitado por la población. Esa es una excelente señal de cómo está la seguridad, de convivenci­a, de calidad de vida urbana.

También, hoy tanto Medellín como su Valle de Aburrá, necesitan urgentemen­te, pensar sus practicas ambientale­s, reinventar su cultura urbana. Eso es fundamenta­l para su desarrollo. Cuando se consoliden esas métricas e indicadore­s, el paso siguiente será acercar esos valores a la ciudadanía, pues su experienci­a es la que valida lo invertido por parte del Estado o las administra­ciones municipale­s”

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FOTO Fernando Javier Carrillo es líder en Administra­ción y Desarrollo Basado en Conocimien­to.

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