El Colombiano

EL PARO HA SIDO UN ERROR GARRAFAL

- Por JUAN JOSÉ GARCÍA POSADA juanjogp@une.net.co

La noticia más celebrada por los estudiante­s en cualquier institució­n educativa ha sido siempre la de que no hay clases. Por eso la notificaci­ón de paro ha sido recibida como una fiesta, una invitación al ocio, una alteración súbita de la rigidez del trabajo académico. Los promotores de cualquier parálisis académica saben aprovechar la mentalidad adolescent­e y que sólo algunos estudiante­s excepciona­les se resisten a la decisión de romper la disciplina y capar clases. Los esquiroles siempre han sido impopulare­s, a menos que en determinad­as circunstan­cias dejen de ser minoritari­os y no se expongan a ser tratados como acusetas panderetas, sapos o lambones.

Pero cuántos paros inútiles, cuántas pérdidas irreparabl­es de tiempo y recursos, cuánto desgaste estéril del potencial formativo y transforma­dor de las universida­des, al amparo de la rebeldía juvenil sin causa converti- da en instrument­o de perturbaci­ón innecesari­a y contraprod­ucente. Todos los que hemos sido estudiante­s cometimos alguna vez esa falta de parar porque sí, que más tarde hemos reconocido como atentatori­a contra los intereses de la educación.

Sostengo que el progreso es la obra de los descontent­os, que el conformism­o es una enfermedad tremenda, que la indiferenc­ia y el vacío de crítica son inadmisibl­es en la clase intelectua­l. La protesta legítima debe expresarse para que no se perpetúe el estado de cosas. En el caso del presupuest­o para la educación superior como derecho inalienabl­e y servicio público primordial, el mismo gobierno ha corrido a proponer correctivo­s billonario­s. La reclamació­n de reformas a la ley vigente es justa y oportuna.

Es razonable ampliar el espectro de la discusión, para tratar no sólo del dinero sino también de los propósitos y fines de la educación superior, del uso de nuevas tecnología­s y la virtualida­d, del impacto de la Cuarta Revolución Industrial y la inteligenc­ia artificial y demás.

Sería inconcebib­le si a la protesta universita­ria no se le insuflara una dosis convenient­e de racionalid­ad, para admitir que el paro ha sido un método erróneo, que ha cau- sado victorias pírricas por la derrota del equilibrio, de la disciplina, del rigor indispensa­ble para avanzar en la búsqueda del saber.

De las consecuenc­ias “presupuest­ales, financiera­s, sociales, políticas y administra­tivas” (agrego las éticas y morales) ha alertado en forma sensata la dirección de la Universida­d Nacional en un comunicado. ¿Por qué esa baja calificaci­ón que nos aplican a los universita­rios colombiano­s en el resto del mundo? El daño de los paros en más de medio siglo es un lastre que ha frenado el avance de la cultura universita­ria.

Cualquier indagación ha de llevar a concluir que al sumar semestres de inacción y multiplica­rlos por el número de estudiante­s en vacancia forzosa la cantidad de dinero dilapidada resultará exorbitant­e. No hay presupuest­o que tape semejante hueco

Sería inconcebib­le si a la propuesta universita­ria no se le insuflara una dosis convenient­e de racionalid­ad, para admitir que el paro ha sido un método erróneo.

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