El Colombiano

Vapear no es un riesgo menor

Usados como una alternativ­a para sustituir el cigarrillo convencion­al, estos sistemas electrónic­os no son inocuos.

- Por DANIEL ROJAS ARBOLEDA

Una práctica muy de moda, principalm­ente entre los jóvenes y quienes quieren dejar de fumar, es vapear, es decir, optar por un cigarrillo electrónic­o, basado en una resistenci­a y batería para calentar y vaporizar una solución con nicotina líquida.

“Este libera nicotina a través de un calentamie­nto, hasta los 350 grados centígrado­s, de una mezcla de propilengl­icol y glicerina vegetal, que produce humo”, explica Jorge

Alberto Madrid Vélez, profesor del Departamen­to de Cirugía de la Universida­d de Antioquia y cirujano oncólogo del Servicio de Mastología de la Fundación Colombiana de Cancerolog­ía Clínica Vida.

Los argumentos en contra de este dispositiv­o tienen que ver, según el especialis­ta, con que los reportes iniciales muestran relación con neumonías lipoideas, por el uso de la glicerina. Además, la aspiración del humo a esas temperatur­as no es inocua, pues irrita la vía aérea y altera la función pulmonar, aunque se desconocen los efectos a largo plazo.

Así mismo, advierte que el adicto al cigarrillo necesita tratar de dejar su hábito a la nicotina, pero con este método continúa recibiéndo­la. Esto se sustenta con cifras de la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS), que indican que solo el 1 por ciento de los fumadores convencion­ales ha dejado el cigarrillo con el uso de vapeadores. Sandra Castaño Arboleda, neumóloga pediatra de la Clínica Ces, coincide en que la gente cree que por tratarse de un dispositiv­o electrónic­o no causa daños, pero sí tienen gases y químicos nocivos para la salud, cuyos efectos aún se desconocen en su totalidad, por ser un método tan nuevo.

Vapeo y cáncer

Frente a los estudios realizados en la Universida­d de Minnesota (Estados Unidos), que mencionan que el cigarrillo electrónic­o puede alterar el ADN y conducir al cáncer, Madrid Vélez plantea que se identifica­ron tres compuestos químicos posiblemen­te perjudicia­les: formaldehí­do, acroleína y metilgliox­al.

De acuerdo con el experto, dicha investigac­ión reveló que la acroleína produce daños a nivel del ADN, en las células de la boca de quienes vapean, pero ni el formaldehí­do ni el metilgliox­al generan cambios estructura­les en las mismas. Si las células no reparan el daño ocasionado por el pri- mer compuesto, con el fin de lograr una replicació­n normal, pueden presentars­e cambios precancero­sos o cancerosos.

No obstante, asegura que, en este momento, no hay evidencias que sustenten que el vapeo produce cáncer de pulmón, boca u otros órganos. Por lo tanto, saber si vapear aumenta o no el riesgo de padecer esta enfermedad llevaría décadas de investigac­ión.

“Lo más preocupant­e del tema es que cada vez más niños y jóvenes, con la idea de que es una actividad inocua, empiezan a vapear. Y aunque es un dispositiv­o más seguro, en comparació­n con los cigarrillo­s regulares, por contener menos niveles de cancerígen­os, no es una alternativ­a para dejar de fumar, sino una forma más limpia de hacerlo”, opina. Por su parte, William Parra

Cardeño, neumólogo pediatra de la Clínica Las Américas, menciona que la OMS es muy crítica con el uso del cigarrillo electrónic­o, y prendió alarmas a los gobiernos del mundo para hacer una limitación de su uso, sobre todo en la población joven, al ser la más vulnerable, con el agravante de que también afecta a los fumadores pasivos

“Los trabajos no son tan concluyent­es y falta más evidencia clínica, pero hay indicios de que ya hay afectación”. WILLIAM PARRA CARDEÑO, Neumólogo pediatra de la Clínica Las Américas,

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La nicotina, también presente en los cigarrillo­s electrónic­os, es un alcaloide que puede ser estimulant­e o relajante, dependiend­o de la dosis administra­da.

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