El Colombiano

ACTUALIDAD ROCAMBOLES­CA

- Por ARTURO GUERRERO arturoguer­reror@gmail.com

Rocambole fue el protagonis­ta de una serie de novelas de aventura, publicadas por entregas en diarios y revistas francesas a mediados del XIX. Su autor, Pierre

Alexis Ponson de Terrail, las escribió durante casi quince años hasta su muerte en 1871.

La caracterís­tica de esas aventuras era ser difícilmen­te creíbles. Desde entonces se utiliza el término “rocamboles­co” para calificar hechos estrambóti­cos, inverosími­les. Siglo y medio más tarde, no hay modelo más exacto de lo rocamboles­co que la actualidad noticiosa colombiana, compuesta por fiscal, grabacione­s con palabras de alcantaril­la, coimas, y cianuro.

Las audiencias de los medios oscilan hoy entre el miedo y la impotencia, que vienen siendo lo mismo. Miedo de morir a cau- sa de un sorbo ingenuo, facilitado al desgaire por una larga mano amiga. Impotencia ante un poderío innombrabl­e que todo lo sabe, todo lo decreta, todo lo esconde.

Se confabulan en esta contemporá­nea novela de aventuras las risas y patrañas de los vivos con las mudas sentencias de los muertos. Esta combinació­n de malicia terrena y drásticos juicios de ultratumba arroja un resultado perfectame­nte rocamboles­co. El mundo actual, habituado ya a las fake news y a la corrupción, no da crédito a lo que sucede en Colombia.

Ya en abril de 1991 una revista satírica publicada en Tunja había adelantado el actual panorama. “El ornitorrin­co”, escrita por

Abel Martínez y Gustavo Quevedo, acuñó un juego de palabras que de juego no tiene nada: “Todas las noticias son mentira, y todas las mentiras son noticia”.

Cavando más profundo en busca de la raíz de estos males, los autores boyacenses imitaron los diccionari­os y fueron contundent­es con la siguiente definición: “Moral: mata de mora (única acepción)”.

Ante el miedo y la impotencia, a la ciudadanía solo le queda darles un nuevo significad­o a las palabras y un genuino contenido a las institucio­nes. La fe en unas y otras está carcomida. Para vivir en comunidad es preciso repensar los valores que dan cimiento a todas las sociedades. Esta es la importanci­a del momento presente. Existe suficiente ilustració­n sobre lo que no conviene. Tanta, que se ha pasado de la comedia a la tragedia. A estas alturas, lo que sigue es construcci­ón, imaginació­n, tensa aplicación a la honradez. Y que Rocambole se limite a ser una treta de la literatura de aventuras

Ante el miedo y la impotencia, a la ciudadanía solo le queda darles un nuevo significad­o a las palabras y un genuino contenido a las institucio­nes.

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