El Colombiano

REINAR, ARTE POR EXCELENCIA

- Por HERNANDO URIBE C., OCD* hernandour­ibe@une.net.co

Cada parábola es una selfie, una autofoto verdadera. Jesús es rey, reino y reinado a la vez. En él se cumple la petición del Padrenuest­ro: “Venga tu reino”. Ser rey de sí mismo es la invitación al hombre del siglo en que la mentira se esconde en cada resquicio...

Reinar es ejercer dominio o predominio sobre alguien o algo, el arte por excelencia. Existen reyes, reinos y reinados sin fin. Rey de reyes, el que ejerce señorío de amor sobre sus sentimient­os, pensamient­os, palabras y obras.

Jesús cuenta parábolas. El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza, a un tesoro escondido en el campo, a una perla de gran valor (Mateo 13). Cada parábola es una selfie, una autofoto verbal. Jesús es rey, reino y reinado a la vez. En él se cumple la petición del Padrenuest­ro: “Venga tu reino”.

Jesús es rey de formas tan asombrosas como transforma­ntes. Un leproso se postra a sus pies y queda limpio, un paralítico es traído a su presencia y comienza a caminar, una mujer toca la orla de su manto y su hemorragia incurable desaparece, una palabra de Jesús sana a distancia a un soldado a punto de morir, un alcabalero queda libre de la codicia al recibir la visita de Jesús. Constatan lo afirmado por Jesús: “La verdad los hará libres” (Juan 8,32).

Lucas habla de un ladrón, crucificad­o con otros dos, llamado bueno, primero, por reprender a su compañero que se burla de Jesús, y segundo, por dirigirse así a Jesús, el otro crucificad­o: “Acuérdate de mí cuando vuelvas como rey” (Lucas 23,42). Queda absorto con la respuesta de Jesús. “Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Al instante descubre que Cristo es el paraíso, el edén, lugar ameno y delicioso, la meta de su esperanza, hecha realidad.

En el evangelio de Juan, Pilato pregunta a Jesús: “¿ Luego tú eres rey? - Sí, soy rey”. Y agrega: “-Yo para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad” (Juan 18,37). La perplejida­d se apodera de Pilato. Jesús vino al mundo a dar testimonio de la verdad que es, no una cosa, sino Dios mismo, el Creador de todo.

Ser rey de sí mismo es la invitación al hombre del siglo XXI, en que la mentira se esconde en cada resquicio del corazón. Que cada uno se diga a sí mismo la verdad, escuchando la voz infalible de la conciencia: “haz esto, evita aquello”, posible para todo el que cultiva con esmero su relación de amor consigo mismo, con los demás, con el cosmos y, sobre todo, con el Creador.

“Nadie podría vivir con alguien que dijera siempre la verdad, pero alegraos, porque esa persona no existe”, escribió alguien. Lo confirmamo­s con Jesús, que fue crucificad­o por ser rey de la verdad, la verdadera verdad

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