El Colombiano

“La compilació­n de la verdad histórica sobre el conflicto es tarea de todos, no solo de un sector, ni debe provenir de afinidades ideológica­s. La verdad no es un arma arrojadiza electoral ni política”.

La compilació­n de la verdad histórica sobre el conflicto es tarea de todos, no solo de un sector, ni debe provenir de afinidades ideológica­s. La verdad no es un arma arrojadiza electoral ni política.

- ESTEBAN PARÍS

La conformaci­ón de la verdad del conflicto armado en Colombia durante más de seis décadas, el proceso de su elaboració­n y compilació­n, los instrument­os, las personas que deben hacerlo, las institucio­nes que deben apersonars­e del reto, el rol de la sociedad y el papel central de las víctimas para dejar constancia de sus testimonio­s, de su sufrimient­o, es uno de los pilares centrales de la construcci­ón del posconflic­to y de la posibilida­d de lograr un clima de convivenci­a.

Y no es menor el desafío de lograr que esa verdad correspond­a a los hechos, a la narración fidedigna de lo que pasó, en vez de hacer de ella un libreto para exoneració­n de responsabi­lidades y lavado ideológico de culpas según quien construya la verdad tenga afinidad con alguno de los principale­s actores de ese conflicto armado. O, peor, hacer de esa verdad un documento de condena generaliza­da contra una sociedad que fue víctima de ataques de toda naturaleza, desde el ataque personal hasta el uso de terrorismo indiscrimi­nado.

En pleno proceso de negociació­n por parte del gobierno de Juan Manuel Santos con las Farc, en La Habana, se constituyó la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas. Seis co- misionados fueron escogidos por las Farc, y seis por el Gobierno. Ambas partes designaron, además, un relator. Cada uno de ellos elaboró un informe con sus conclusion­es sobre el origen del conflicto, sus consecuenc­ias y responsabi­lidades. Hubo informes de corte académico y otros de abierta militancia, en particular los de los comisionad­os designados por las Farc.

También en virtud de los acuerdos de La Habana, se estableció una Comisión de la Verdad que ya comenzó activida- des. Y paralelo a ello, funciona el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), cuyo objetivo es reunir y recuperar todo el material documental y testimonia­l relativo a las violacione­s a los derechos humanos y al derecho internacio­nal humanitari­o durante el conflicto armado en Colombia.

Ahora hay una polémica por el nombramien­to propuesto por el Gobierno Nacional, del politólogo Vicente Torrijos como nuevo director del CNMH. Las objeciones son dos: una posible in- formación inexacta sobre sus estudios de doctorado, y la cercanía que, a juicio de sus opositores, tiene con las Fuerzas Armadas, de cuyo Comando Central ha sido asesor y contratist­a. Es decir, le objetan sus opiniones y sus posturas políticas.

El candidato a ocupar el cargo tiene que ofrecer claridad absoluta sobre sus títulos académicos. Si ha suministra­do informació­n inexacta, evidenteme­nte no tendría credibilid­ad para asumir el cargo. En cambio, las otras objecio- nes son propias de una posición sectaria que considera que la verdad histórica es dominio exclusivo de un determinad­o sector ideológico y político. Según sus promotores, ubicados a la izquierda del espectro ideológico, solo ellos tienen la dignidad, la legitimida­d y la “pureza” necesaria para ser depositari­os, recopilado­res y divulgador­es de la verdad sobre el conflicto.

Llama la atención que varios de esos mismos sectores aplaudiero­n la escogencia de dos comisionad­os de la Comisión de la Verdad que públicamen­te han manifestad­o posiciones abiertamen­te afines a las de las Farc. ¿No había en esos casos el sesgo que ahora censuran? ¿Haber sido contratist­a de las Fuerzas Armadas inhabilita para hacer una gestión profesiona­l e imparcial, pero haber elaborado hagiografí­as de comandante­s guerriller­os es un plus humanista que enaltece para redactar el informe final de la verdad oficial sobre el conflicto?

El sectarismo del que están haciendo gala estas entidades es censurable. Como lo son las pretension­es de los voceros de los extremos ideológico­s de apropiarse de la “verdad oficial” para usarla como arma arrojadiza, política y electoral, contra aquellos que consideran enemigos

 ?? ILUSTRACIÓ­N ??
ILUSTRACIÓ­N

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia