La FLA requiere sobriedad
En diferentes períodos -y el actual no parece ser la excepción- la Fábrica ha sido escenario de una entrega descontrolada de licor de degustación y canje publicitario. Hora de frenar irregularidades.
Hay que partir de dos definiciones esenciales: la primera, que los recursos de la Fábrica de Licores de Antioquia (FLA) son dineros públicos, ya sea en botellas o en efectivo. Por lo tanto, exigen un manejo pulcro y ajustado a normas y estándares del más alto nivel. Lo segundo, hay que recordar qué significa sobriedad frente al contexto de las recientes investigaciones de este diario que revelan graves irregularidades en la licorera de los antioqueños: “templanza, moderación”.
Ni una ni otra parecen regir hoy los manejos de la FLA en materia de licores para degustación y “vinculaciones publicitarias”. La Secretaría de Hacienda del Departamento lo advirtió hace dos años (agosto de 2016), pero sus recomendaciones, según documentos oficiales, no han sido atendidas, con graves riesgos para el patrimonio público que es la Fábrica y sanciones y cierres potenciales por parte de la DIAN, dado el eventual incumplimiento de normas y exigencias tributarias.
Lo más grave es que, de acuerdo con los documentos obtenidos en una investigación de EL COLOMBIANO, el gobernador Luis Pérez y el gerente de la FLA, Iván Correa Calderón, re- cibieron las alertas oportunas sobre operaciones de trueque y “vinculaciones publicitarias” que pasaron por encima de los estatutos tributarios y de los requisitos fiscales. Pero no hubo ni reacción ni correctivos acordes con la gravedad de los informes de Hacienda.
“(...) no todas las degustaciones se facturan, y en las que se facturan no se identifica el nombre o razón social de la persona a quien se dio la degustación”. Los documentos constatan que, en varios casos, los beneficiarios de las degustaciones son NN o desconocidos y que, incluso más grave, no se especificaba el valor unitario ni total de la mercancía entregada. ¿Dónde está la sobriedad, esa templanza administrativa de la que hablamos?
Las descripciones de las irregularidades precisan que en la FLA funcionan dos bodegas: una, controlada y destinada a los despachos ordinarios a los distribuidores habituales, y otra, en la que se diluye todo control administrativo, contable y tributario que, según Hacienda, manejan dos altos ejecutivos de Mercadeo.
Estas zonas grises se amplían dada la imposibilidad de trazar un seguimiento a los licores de degustación, entrega- dos con vales, pero sin las facturas necesarias, dado que la gratuidad del producto para muestras comerciales no afecta la calidad de venta del mismo, por lo cual debe facturarse y generar cobros de IVA, Impuesto al Consumo y registro en la relación de inventarios.
La FLA no solo ha vulnerado, según estas denuncias, protocolos y controles empresariales y legales, sino que pudiera estar prestándose para evasiones impositivas de terceros, beneficiarios de los canjes comerciales con licores subfacturados (no al precio comercial sino al costo de producción), para luego ser distribuidos a tarifas a discreción de los particulares destinatarios del producto.
La Secretaría de Hacienda cumplió con su deber de advertir las inconsistencias. La Gerencia de la FLA y la Gobernación por ahora, subrayan los informes, no han tenido la “voluntad de subsanar los problemas estructurales planteados”, ni el ánimo de responder en detalle a la opinión pública sobre los graves hechos.
Tarea inmediata de fiscalización para la Contraloría Departamental, de control político para la Asamblea de Antioquia y de escrutinio para la opinión pública y la prensa de la región y del país