Al contador de chistes se le modificó el entorno
“Todas las formas cambian. Y el humor también. A medida que los nuevos recursos aparecen, nacen nuevas formas de contar: hace años no había cómo hacer un meme o un gif, hoy se puede, y esta forma le dio chance a muchos para expresar su gracia sin tener que ser ilustradores. Al cuentachistes además le cambió el entorno. Empezó como un recurso para entretener en los intermedios. Por eso los chistes son cortos y efectivos. Se hilaban dependiendo de lo que demoraba el show. Hoy los comediantes son figuras centrales y por eso sus obras son más largas y mejor estructuradas. El cuentachistes contaba con más trucos para hacer su comedia (pelucas, vestimentas, maquillajes) y con muchos formatos (la imitación, la pantomima, la fonomímica, la parodia) para hacer reír. La clave de la comedia del cuentachistes era representar a otros: borrachos, suegras, cojos, boquinches, homosexuales... hoy los avances sociales y culturales sobre el respeto y la inclusión no dan lugar para ese tipo de humor. En la stand up comedy (sí, con la y no con el), el comediante se representa así mismo. Ya no se burla del cojo o el boquinche. Él es el cojo o es el boquinche que se libera y se ríe de si mismo. Es un género muy emocional. Conecta muy fácil con la gente que hoy no quiere artificios. Busca lo natural, que le hable al mismo nivel. La stand up comedy desplazó otros géneros por su adaptación a todas las audiencias, por su empatía y por su fácil manejo en escena. Es más rápido conectar un micrófono que lidiar con grandes montajes y costosos equipos para espectáculos teatrales. Para el futuro la tecnología hará posibles shows más coloridos e interactivos, en los que el público tomará parte en la creación. Los espectáculos serán una inmersión en experiencias reales y cotidianas”.