LA ANGUSTIA DE LA MINISTRA
El Ministerio de Justicia se encuentra en la mitad de un híbrido institucional y funcional. No tiene ascendencia real sobre los distintos sectores de la rama judicial, comenzando por las altas cortes.
Es posible que la señora ministra de Justicia y del Derecho sienta angustia por la aparente falta de resultados de su gestión, especialmente en lo relacionado con el proyecto de reforma a la justicia. Conocemos a la doctora Borrero, sabemos de su dedicación y preocupación por los problemas de la justicia, no de ahora, sino de años atrás, en particular mientras se desempeñó con lujo de señorío y profesionalismo como directora de la Corporación Excelencia en la Justicia. Por estos y otros motivos, la ministra no debe sentir angustia; la falta de resultados tangibles en su labor, si es que se presenta, no obedece a un tema de capacidad personal sino a un asunto de desajuste institucional.
Basta con hacer un pequeño recuento sobre la trayectoria, integridad personal y competencia profesional de los ministros de Justicia del gobierno anterior, para corroborar esta hipótesis. Juan Carlos Esguerra, ministro de Defensa, reconocido catedrático y jurista de alto prestigio; Ruth Stella Correa, jurista con alto reconocimiento en la administración de justicia, destacada magistrada del Consejo de Estado; Alfonso Gómez Méndez, Fiscal General, Procurador General, embajador y congresista; Yesid Reyes Alvarado, tratadista, litigante de alto prestigio, candidato a Fiscal, catedrático en varias universidades nacionales y extranjeras, columnista; Jorge E. Londoño, experto en temas jurídicos, gobernador y senador de la República; y Enrique Gil Botero, tratadista, expresidente del Consejo de Estado, profesor universitario. Como puede observarse, los antecesores de la doctora Gloria María Borrero Restrepo tienen una altísima calificación personal y profesional, con profun- dos conocimientos sobre los asuntos jurídicos.
Sin embargo, en términos de opinión ciudadana y trascendencia política, no se destaca su gestión. Ello se debe, no a circunstancias personales, sino a un serio desajuste institucional. En efecto, el Ministerio de Justicia hace parte de la estructura de la Rama Ejecutiva, pero tiene que relacionarse con la Rama Judicial, que lo siente como una agencia ajena, puesto que la dirección administrativa de la Rama Judicial está en cabeza de otros órganos, como el Consejo Superior de la Judicatura y la Dirección Ejecutiva.
El Ministerio se encuentra en la mitad de un híbrido institucional y funcional. No tiene ascendencia real sobre los distintos sectores de la Rama Judicial, comenzando por las altas cortes. Carece de influencia directa sobre las facultades de Derecho, su reconocimiento y acreditación y sus planes de estudio. Además, en muchas ocasiones no se relaciona de manera directa con el Congreso de la República, porque sus iniciativas y discusiones jurídicas suelen encomendarse a otros ministerios, como sucedió en el gobierno anterior. Pero tampoco en un actor principal en la ejecución administrativa, puesto que el presupuesto aprobado para la rama, se ejecuta bajo responsabilidad del Consejo Superior de la Judicatura.
En conclusión, parece necesario que cualquier proyecto de reforma a la justicia incluya un capítulo relacionado con el Ministerio de Justicia y del Derecho, pues mientras no se clarifique su perfil y el alcance de sus competencias, ningún ministro podrá desarrollar una gestión sobresaliente * Exmagistrado y expresidente del Consejo de Estado.