El Colombiano

TRUMP, EL MONSTRUO QUE SE ALIMENTA DEL MIEDO

Si hay algo franco y directo en su presidenci­a, es la habilidad que tiene Trump de inventar falsedades de la nada

- Por JENNIFER FINNEY BOYLAN redaccion@elcolombia­no.com.co

Fue Donald Trump quien me llevó a asociar a Franklin Roo

sevelt con Pennywise, el payaso bailarín.

Fue Roosevelt, por supuesto, quien en su primer discurso inaugural dijo que ‘lo único a lo que debemos tener miedo es al miedo mismo’. Ese increíble discurso, ante el congreso el 4 de marzo de 1933, merece otra mirada, y no menos por la dignidad de su retórica. El discurso explica la estrategia con la que Roosevelt enfrentarí­a la Gran Depresión; su meta era inspirar, unir a la gente y por encima de todo, asegurarle al país que ‘reviviríam­os y prosperarí­amos’.

El obstáculo principal a esta restauraci­ón no era económico sino el temor: “terror sin nombre, razón ni justificac­ión que paraliza esfuerzos necesarios para convertir la retirada en avanzada”. Una estrategia clave para conquistar ese miedo, siguió, es hablar cándidamen­te. “Este es preeminent­emente el momento de hablar la verdad, la verdad total, franca y directamen­te”.

Si, 85 años después, quiere imaginar la presidenci­a de Trump en pocas palabras, simplement­e tome toda la generosida­d y sabiduría en el primer discurso inaugural de Roosevelt y haga lo contrario.

Lo único que Trump tiene es el miedo mismo.

Él quiere que tengamos miedo, ya que es miedo lo que nos divide, que nos pone a unos en contra de otros. Si hay algo franco y directo en su presidenci­a, es la habilidad que tiene Trump de inventar falsedades de la nada y mazapán, con el único propósito de hacernos sentir miedo -de inmigrante­s, de personas transgéner­o, y de unos a otros.

No le importa que la mayoría de las cosas que nos exhorta a temer no supongan ningún peligro. Lo que importa es que sus invencione­s paranoicas atraen nuestra atención y nos centran, semana tras semana, en él.

Aquellos de nosotros en los medios dedicamos interminab­les horas a refutar el último aluvión de tonterías que emana de la Casa Blanca. Pero incluso en esto, estamos amplifican­do su ruido y su nutrición, incluso en el proceso de refutación, el miedo en el que el hombre prospera.

Todo lo cual hace que el cubrimient­o de la Casa Blanca sea muy difícil. Cuando las credencial­es de prensa de Jim

Acosta fueron retiradas, la periodista inglesa Jane Merrick sugirió un boicot masivo de las reuniones informativ­as. Pero como observó Masha Green en The New Yorker, esta acción “significar­ía alejarse por completo de la política, lo que, para los periodista­s, sería una abdicación de responsabi­lidad”.

Así que no lo podemos ignorar, ni podemos hacer reportería sobre él sin jugar su juego. De tantas formas estamos atrapados -lo que es, uno sospecha, exactament­e lo que este presidente quiere.

Sin embargo, siendo esta la realidad, ese camino realmente no está disponible para nosotros, ya sea como periodista­s o como ciudadanos. Por más que lo intentemos, no podemos ignorar al presidente de los Estados Unidos. Pero todavía tenemos opciones.

Una de ellas es la acción legal. PEN America, el grupo de defensa que promueve la libre expresión en todo el mundo (y en cuya junta directiva sirvo), presentó una demanda este otoño en un tribunal federal para impedir que Trump use la maquinaria del gobierno para tomar represalia­s o amenazar con represalia­s contra periodista­s y medios de comunicaci­ón por la cobertura que no le gusta. También hay otras acciones legales pendientes contra Trump y su administra­ción, incluyendo lo que surja de la investigac­ión de Mueller.

Estas acciones le darán a este presidente muchas razones para sentir parte del miedo que ha infligido sobre otros.

La otra estrategia es la única cosa que Trump parece temer más, porque es la única cosa que todas sus riquezas y poder aparenteme­nte nunca le han traído. Y esa cosa es un sentido del humor.

No es casualidad que este presidente sea famoso por no tener sentido del humor. Es la comedia, sobre todo, la que quita las máscaras a los mentirosos y revela la verdad, la virtud que Roosevelt consideró más necesaria para convertir la retirada en avance.

Que el imperio de la ley, el poder de la verdad y la subversión del humor derroten a este boggart para siempre. Al hacerlo, afirmaremo­s nuestra firme creencia: lo único que debemos temer es el propio Trump

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