El Colombiano

SOBRE LA CODIEDIFIC­ACIÓN (1)

- Por JOSÉ GUILLERMO ÁNGEL memoanjel5@gmail.com

Estación Verticaliz­ación, a la que llega la multitud para sentirse más estrecha en un mismo punto, pues se embute en un área limitada donde han situado una cosa encima de otra, una carga viva (personas y animales) sobre una carga muerta (la construcci­ón), y todos se aprietan en esa multiplica­ción del metraje hacia arriba (lo que hace muy rentable el metro cuadrado base) mientras se angustian (otros dirán que se deprimen) sintiendo que el espacio privado se ha reducido y, como en la torre de Babel, en medio de ese alboroto de esperanzas y frustracio­nes, todos pierden el sentido y la definición de los conceptos de horizontal­idad, camino sin agresiones, flujos que no se atoran, densidad debida, cota de agua necesaria para evitar bombeos, sobre-demanda de energía, poli-producción de basura, etc. Y en este espacio verticaliz­ado donde ya no se habita sino que se aloja, se pierde la noción del otro y aparece un Yo agresivo que ataca gritando ese manido usted no sabe quién soy yo, así sean mentiras.

La escuela de Chicago introdujo en América la construcci­ón vertical buscando optimizar los espacios de trabajo, en oficinas situadas en el centro de la ciudad y en puntos con buena compensaci­ón urbana (transporte a la mano, restaurant­es, cines, almacenes), pensando, como dice Ayn

Rand en El manantial, que estos edificios contendría­n más gente en un menor espacio, lo que daría la posibilida­d de más sitios de trabajo, y control sobre este, en el mundo de las finanzas y los servicios, la informació­n y los asuntos legales. El hombre de Vitruvio, de Leo

nardo Da Vinci fue la medida de anchos, largos y profundos, y el edificio de la Chrysler, en Nueva York, demostró que un espacio así era correcto para un trabajo eficiente.

Pero la verticaliz­ación, que se suponía una solución para el mundo del trabajo de oficina, fue llevada a los barrios. Al principio fueron las familias pobres y las de inmigrante­s las que se verticaliz­aron, luego, debido a la especulaci­ón del suelo, fueron otras y se crearon los barrios dormitorio­s con sus aparta-estudios y al final apareciero­n los ricos que querían ver la ciudad como los pájaros y, por exten- sión, los que buscaron imitarlos y bueno, la ciudad se densificó al punto que, como pasa entre nosotros, vivir uno encima de otro pareciera lo más normal. Pero no es normal: si en caso de necesidad todos bajáramos de una vez a la calle, no cabríamos en la superficie y nadie podría moverse (primer problema). Además se pierde el paisaje, suben los niveles de ruido y contaminac­ión, y prolifera el NN, perdiendo la noción del vecino. Y ahí vamos, amontonánd­onos (continuará). Acotación: Le Corbusier proponía verticaliz­ar para ganar espacio natural: 10 casas podrían convertirs­e en un solo edificio, dejando el espacio liberado para un parque. Pero esto no pasa, la codicia no deja

La verticaliz­ación, que se suponía una solución para el mundo del trabajo de oficina, fue llevada a los barrios... al punto que vivir uno encima del otro pareciera lo más normal.

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