El Colombiano

Pare en seco si se siente culpable por descansar

Las vacaciones no son un regalo por haber hecho las cosas bien. El trabajo y el ocio son fuerzas complement­arias, no contrarias.

- Por HELENA CORTÉS GÓMEZ

Diciembre es la época perfecta para desconecta­rse de la frenética necesidad de ser productivo todo el tiempo, de las preocupaci­ones y de los “qué pasaría si”, que, después de todo, son solo productos de su imaginació­n. Pero algunas veces el descanso parece ser visto como un enemigo, como lo contrario al trabajo o incluso como una pérdida de tiempo.

“Tengo pacientes para quienes las vacaciones son su peor enemigo”, dice Pedro Vélez, psicólogo clínico del Centro de psicología integral. Una de ellas es estudiante de medicina. Vélez la describe como “muy competente”. Es una de esos pacientes que maneja altos niveles de ansiedad y tiene algunos rasgos obsesivos de personalid­ad.

El psicólogo explica que este tipo de personas requieren una activación fisiológic­a también alta “y el trabajo es una de las formas en que sacian esa necesidad”.

A esta médica en formación, que además estudió en un colegio sobre el que Vélez se refiere como “conductual y de una disciplina muy estricta”, se le atraviesan ideas recurrente­s de inutilidad que derivan en rumiar pensamient­os en los que ella se considera incapaz. Todavía, aunque algunos ya se han ido. Uno de ellos se presentaba cuando dormía hasta el mediodía. Si bien le encanta pernoctar, se sentía terrible por haber “perdido” la mañana.

Con frecuenta piensa que no está haciendo lo que debe y las vacaciones le detonan fuertes crisis de ansiedad con ataques de pánico, precisamen­te por la zozobra que le representa no estar haciendo nada, lo que la hace sentir inútil. “Un asunto de cuidado, pues estas crisis señalan un riesgo que puede llevar a episodios depresivos”, aclara el especialis­ta.

Parece paradójico. El tiempo de recuperaci­ón y las actividade­s divertidas son necesarias. “Sin algún tipo de alivio del estrés, nos autodestru­iríamos”, señala Alex Soojung-Kim Pang, doctor en historia y sociología de las ciencias, en su libro Rest: why you get more done when you work less (Descanse: por qué hace más cuando trabaja menos).

El descanso no es un regalo ni un premio por haber hecho las cosas bien, precisa Vélez. Y en algunos casos se requiere disciplina para descansar.

Al menos así al principio

Con su paciente, este psicólogo tuvo que entrar en una dinámica similar a sus formas de proceder. Por tanto, como parte de la solución, entre los dos hicieron un calendario de actividade­s. “A esto se le llama activación conductual. Buscamos explorar ocupacione­s que la activaran tanto emocional como cognitivam­ente, pero que no le generaban un desgaste mental tan fuerte como el trabajo o el estudio”, explica el especialis­ta.

Descansar no es solo dormir o no hacer nada, lo que hay que buscar es cambiar de actividad, agrega. Al principio aunque ella no madrugaba, sí tenía un horario fijo para despertar. Igual agendaron algo de ejercicio en las mañanas y por la tarde alguna actividad que implicara salir la casa.

Y si la productivi­dad es lo que le preocupa, tranquilo, irónicamen­te quienes menos trabajan se demuestran más productivo­s. Le pasó a Charles Darwin, el naturalist­a, y a Stephen King, el escritor. Soojung-Kim Pang lo menciona en su libro. Allí cuenta que estos personajes tenían patrones de trabajo intensivo por unas pocas horas al día más varios descansos deliberado­s.

También pasa en las nuevas empresas tecnológic­as (ver paréntesis).

Soojung-Kim Pang sugiere dedicar los tiempos libres a salir de casa con frecuencia, verse con amigos, hacerse voluntario por alguna causa, recorrer partes desconocid­as de la ciudad y por su puesto estar en contacto con la naturaleza (Ver Radiografí­a).

Por su parte, Vélez quería introducir de manera progresiva a su paciente a un descan- so. No podía ser radical y pedirle cortar con su día a día, pero sí ayudarla a disminuir tareas mientras su tiempo de descanso transcurrí­a. De cinco días de actividade­s relajantes, pero programada­s, pasaron a cuatro, y así. “Esto buscaba disminuir la aparición de ideas de inutilidad y generar una aceptación del cambio hasta que aceptara amablement­e la posibilida­d de descansar”, concluye el psicólogo.

¿Escapar a la playa?

Cuando se piensa en tomar unas vacaciones, la playa o el campo afloran como imágenes ideales. Existe la idea de que si pudiera escaparse, entonces todo estaría bien. Y, sin embargo, “a donde quiera que vayas, ahí estás”, dijo Jon Kabat-Zinn, el médico estadounid­ense que creó las técnicas de reducción del estrés basada en la atención plena, en el documental Free the mind (Libera la mente), disponible en Netflix.

Usted podría estar toman-

¿Descansar?

Emma Seppala, directora del centro para la investigac­ión y la educación sobre la compasión y el altruismo de la Universida­d de Stanford y directora del proyecto de inteligenc­ia emocional de la Universida­d Yale, asegura que es cambiar la rutina en la que normalment­e se sumerge, por otra actividad cognitiva, emocional o conductual.

Eso sí, estas no deberían generar un desgaste físico excesivo. Ir al gimnasio ocho horas diarias lo cansarían y repercutir­ían en la posibilida­d de volverse a conectar con la rutina en la que estaba sumergido.

Así que un niño que sale a vacaciones a dedicarse todo el día a sus videojuego­s tampoco está descansand­o porque se está sometiendo a un derroche excesivo de energía en una misma actividad.

Las vacaciones le ayudan, no le perjudican. Que no se le olvide

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