EL OLAYA HERRERA (2)
Con respecto al debate sobre el cambio de uso del suelo donde se encuentra el aeropuerto Olaya Herrera (AOH), el concejal Daniel Carvalho pide precisar que no es en el terreno de las 112 hectáreas que ocupa el aeropuerto dentro de las cuales se podrían construir 78 mil nuevas viviendas, sino que sería el número de viviendas que se podrían construir en el sector. Entonces entiendo, palabras más palabras menos, que el aeropuerto hoy sirve de efectiva contención para el desbocamiento de los constructores que en el área de aproximación al aeropuerto no pueden levantar torres de apartamentos, como ellos sueñan.
Visto así el cambio del uso del suelo del aeropuerto por un gran parque que sirva de pulmón a la ciudad, podría ser un sofisma de distracción, pues aunque realmente se podrían tener miles de árboles más y una zona hermosa con senderos, naturaleza y “equipamientos públicos”, también es cierto que esas 78 mil viviendas nuevas significarían, con toda probabilidad, 70 mil nuevos carros recorriendo las ya atestadas e insuficientes calles contaminantes de la ciudad.
Qué bueno sería que los expertos dijeran cuánta polución ambiental genera al año la operación aérea del AOH; y cuánta polución, al año, pueden generar 70 mil carros más. Aunque es probable que para el 2032 (en 14 años), cuando termina la concesión para la operación aérea, un gran porcentaje de esos carros sean eléctricos. O mejor, que sea tan poderoso el sistema público de transporte urbano, que no valga la pena tener carro particular.
Y sí es importante la propuesta de Carvalho de pensar desde ya el futuro, que tampoco es que esté tan lejano. Pero esta planeación del futuro tiene un problema de base: un POT que permite una ciudad vertical dentro de un hueco, como si la vida se desarrollara en el aire, como si la gente no bajara de las alturas donde duerme a vivir el día en la tierra donde necesita una ciudad sin basuras, amigable para el peatón, segura, con suficiente atención en salud, trabajo y educación de calidad para todos. Mientras más gente haya, todo eso será cada vez más difícil de conseguir.
Si Antioquia y Medellín fueran realmente inteligentes, expandirían la vida a las ciudades satélites, no en la capital ya atestada. Todo tiene un límite y esta ciudad ya llegó al propio ■