Belisario, el gran pedagogo colombiano
“Belisario Betancur siempre fue un personaje interesado en el arte y las letras. Desde su juventud cuando colaboró en Generación, suplemento literario de El Colombiano, se le notaba el interés por el mundo de la cultura, motivación que mantuvo luego como periodista en el periódico La Defensa, después como autor no solo de ensayos, que era su género de predilección, sino también de poesía. Como editor fue un gran divulgador del pensamiento colombiano. Si hay una lista de los presidentes o políticos humanistas en Colombia, Belisario la ha encabezado. Él renovó una tradición que hubo en la política colombiana de presidentes humanistas, muy notorios en el siglo XIX. Marcó una huella muy importante en la dirección del poder y del estado colombiano como el gran pedagogo. Transmitió esa condición de hombre culto preocupado por las disciplinas del espíritu a su categoría de gobernante. Uno oía a Belisario hablar por televisión y es como si estuviera el gran maestro de los colombianos hablando de los grandes propósitos nacionales. No se limitaba a expedir decretos, firmar leyes o decir discursos de protocolo, sino que todas las actuaciones suyas en la Presidencia fueron dirigidas a ser una especie de pedagogía de la paz, esencial en un país como Colombia que no creía que fuera posible. Utilizando la comunicación para hacerlo nos enseñó del desarme de los espíritus, la aproximación de los opuestos y el desarrollo de una ética dialógica que fue lo principal en función del logro de acuerdos con los grupos insurgentes. En Colombia, donde existe tanto sectarismo, insistió mucho en la palabra desectarizar y le atribuía esa característica en gran parte a su trabajo como periodista. Él se mantuvo al margen de las controversias políticas siguientes a su gobierno, prefería hablar de libros, de historias, de Tomás Carrasquilla, De Santa Teresa de Jesús, del Siglo de Oro español o de tantas cosas que le oímos y leímos. Yo tengo la convicción de que su legado más grande fue el hecho de contribuir a la educación política de los colombianos para la paz, la concordia y el entendimiento sobre la base de que un país imbuido de sectarismo no puede progresar. Por eso, reitero, su legado fue la pedagogía de la paz”.