El Colombiano

46.612 víctimas

La fachada de la estructura, próxima a derribarse, se convirtió en un homenaje a las víctimas.

- Por DANIELA JIMÉNEZ GONZÁLEZ

Que no tiemble la voz para contar la historia y que aquellos que lo perdieron todo sean reconocido­s.

Ayer la fachada del edificio Mónaco amaneció cubierta de carteles y mensajes. La mítica residencia de Pablo Escobar y su familia en el sector de Santa María de los Ángeles, en El Poblado, casi como un imperativo, sentencia: “hagamos memoria”. El sentido era, como rezan los mensajes, “no olvidar, reflexiona­r, renacer”.

La iniciativa, liderada por la Alcaldía de Medellín, es un homenaje a quienes padecieron una de las épocas más cruentas de la ciudad, así como a los relatos de las víctimas que, de acuerdo con la Alcaldía de Medellín, representa­ron 46.612 vidas menos entre 1983 y 1994.

La memoria reinterpre­tada

Derribar, eliminar, reconstrui­r. Eso es lo que piden los habitantes de las unidades residencia­les vecinas al Mónaco, ante lo que para ellos es un antisímbol­o, una edificació­n que representa dolor.

Sin embargo, Dorelly Restrepo, habitante del sector, agregó que cuando se determinó que el Mónaco iba a ser demolido, los ciudadanos hicieron una propuesta para que antes de la caída del edificio se realizara una intervenci­ón cultural que permitiera mostrar la otra cara, la de las víctimas, y que sirviera como elemento de reflexión para los extranjequ­e llegan a tomarse fotografía­s con el Mónaco.

El alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, destacó que los afiches tienen precisamen­te este objetivo y que buscan honrar la memoria en medio de un sitio que se consolidó, durante años, como un emblema de la ilegalidad: “Tantas personas que van allá con morbo, en un narcotour, ahora se encuentran no solo con un edificio en ruinas, sino con estos mensajes. No es borrar, sino transforma­r la historia”.

Pero, a la fecha, Medellín aún está aprendiend­o cómo construir la memoria histórica del narcotráfi­co y, en ese arduo proceso, la sociedad recién ha comprendid­o que puede hablar sobre sus heridas y preguntars­e por su pasado.

Para Daniel Vásquez, líder de promoción del lazo Social de la Casa de la Memoria de Medellín, los carteles que desde ayer reposan sobre el Mónaco son un primer paso para hacerle justicia a una memo-

ria que aún no hemos sabido sobrelleva­r y una apuesta, por parte de la institucio­nalidad, por interrogar­nos ante cosas que nos han dolido, que nos molestan, pero que son diálogos necesarios.

“Esto es un proyecto de cultura, va mucho más allá de poner un edificio o de tumbarlo”, explicó Vásquez, “es una pregunta sociocultu­ral que busca reivindica­rnos y transforma­rnos y, en ese sentido, incomoda”.

La memoria incómoda

Las ruinas también son memoria y la historia del narcotráfi­co, que tanto nos ha costado, es parte de nuestro relato. Así lo explicó Manuel Alberto Alonso, magíster en

Ciencias Sociales de la Universida­d de Antioquia, quien indicó que, en términos de los procesos de protección de memoria, demoler o no el Mónaco no es la discusión más importante, sino el significad­o que se le dará y cómo se resignific­ará esa historia: “El asunto para aquellos que los fastidia el hecho de que exista turismo en torno de la figura de Escobar no es demoler el Mó- rror que no debe vivir ninguna nación”, dijo.

Cristina Lleras, museóloga de la Universida­d de Leicester, Inglaterra, destacó que la intervenci­ón del Mónaco es una reflexión sobre cómo los lugares hacen parte del archivo de lo que nos ha pasado. “Por eso vale la pena estudiarlo­s, entender cómo las personas se relacionan con la memoria”.

Dice la poeta colombiana Piedad Bonnett en su poema Las Cicatrices que estas son como costuras de la memoria y que “no hay cicatriz, por brutal que parezca, que no encierre belleza. Una historia puntual se cuenta en ella, algún dolor. Pero también su fin”. Por eso, la historia del Mónaco y los relatos que hoy cuenta su fachada son, quizás, una estrategia para hacerles frente a los abusos de la memoria — a veces acallada, o ignorada— , en un territorio que se escribe, con el tiempo, en medio de asimetrías, violencias y heridas

 ?? FOTO RÓBINSON SÁENZ ?? Ese fue el número de víctimas del narcotráfi­co en Medellín, entre 1983 y 1994, según los registros de la Alcaldía local. Para rendirles un tributo, el Mónaco, en El Poblado, se cubrió de carteles desde ayer. El edificio fue propiedad del capo Pablo Escobar. Análisis.
FOTO RÓBINSON SÁENZ Ese fue el número de víctimas del narcotráfi­co en Medellín, entre 1983 y 1994, según los registros de la Alcaldía local. Para rendirles un tributo, el Mónaco, en El Poblado, se cubrió de carteles desde ayer. El edificio fue propiedad del capo Pablo Escobar. Análisis.
 ?? FOTOS RÓBINSON SÁENZ ?? “No es ficción, es realidad” y “Respeta nuestro dolor, honra nuestras víctimas” son algunos de los mensajes que pueden leerse en la fachada del lugar de residencia de Escobar. En el transcurso de la semana se irán agregando más mensajes.
FOTOS RÓBINSON SÁENZ “No es ficción, es realidad” y “Respeta nuestro dolor, honra nuestras víctimas” son algunos de los mensajes que pueden leerse en la fachada del lugar de residencia de Escobar. En el transcurso de la semana se irán agregando más mensajes.

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