Indígenas siguen en guardia en Colombia
Los 102 pueblos comuneros que hay en el país tienen su propio sistema de protección para las amenazas.
Los enfrentamientos armados que se registraron durante los últimos días entre el Epl y las disidencias de las Farc en zona rural del municipio de Corinto, Cauca, que generaron desplazamientos masivos y afectaron directamente a la comunidad, no solo obligaron a una reacción de las Fuerzas Armadas, sino también la de la Guardia Indígena, que decidió montar puestos de control en estos territorios.
Justamente en una de esas zonas, el pasado martes, la Guardia Indígena capturó a ocho integrantes de las disidencias de las Farc quienes se movilizaban en una camioneta con la que intentaron evadir el “retén” comunero.
“Hace 15 días en Tierradentro fueron capturados 5 disidentes que ya fueron condenados en ejercicio de la jurisdicción especial indígena, sus armas fueron incautadas y destruidas. Ahora se suma lo ocurrido en Corinto con la captura de los otros ocho disidentes, quienes incluso les alcanzaron a disparar con sus fusiles a los integrantes de la Guardia”, agregó Aída Quilcue, consejera de derechos humanos de la Organización Nacional Indígena de Colombia, ONIC.
Sostiene Aída que cuando los ilegales empiezan a amenazar y a generar desarmonías territoriales, “nuestras autoridades han tomado la decisión de controlar el territorio, porque lo que ven es que el Gobierno no está tomando medidas efectivas ni eficaces para proteger la vida de los pueblos indígenas”.
Así funciona la guardia
La Onic explica que el proceso de la Guardia Indígena es milenario, tuvo sus inicios en el Cauca y está en el marco del ejercicio de gobierno propio y la autoridad tradicional de las comunidades.
Además, su mandato está consagrado y protegido por la Constitución en los artículos 7, 246 y 330. “Somos 102 pueblos indígenas y cada pueblo con su cosmovisión tiene su propio proceso con la Guardia, pero lo que si es igual es que es uno de los órganos de la jurisdicción especial indígena, no es una autoridad a parte”, añade Aída Quilcue.
Un bastón de mando y el amor por su propio pueblo son las herramientas con las que cuenta un integrante de la
Guardia. Su labor está encaminada a mantener el orden de su comunidad, pero cuando la amenaza es externa, como ocurre en muchas regiones del país donde hay resguardos (ver mapa), la misión es proteger a su gente y expulsar a los agresores de su territorio.
“Infortunadamente las amenazas vienen de grupos armados legales e ilegales. Varios miembros de la guardia han sido asesinados por la guerrilla o bandas criminales, también por el Ejército, como ocurrió en Riosucio, Chocó el año pasado”, aseguran en la Organización Indígena que en el momento consolida un histórico de las agresiones.
El país aún recuerda lo
ocurrido en 2014 con los guerrilleros de las Farc que asesinaron a dos integrantes de la Guardia en Cauca, quienes fueron capturados y condenados por la misma autoridad aborigen. “Ese asesinato generó la reacción de 300 vigilantes que con sus bastones, y un valor inmenso, emprendieron la búsqueda de esos guerrilleros, los capturaron y luego se les pudo hacer un juicio público”, dijo en ese entonces, Juvenal Arrieta, ex consejero de la ONIC.
Aída asegura que las autoridades indígenas cuentan con recursos propios para adelantar investigaciones y procesos contra las personas capturadas. “Es un procedi- miento más rápido que el de instituciones como la Fiscalía, que después de agotar las indagaciones, se presentan las pruebas a la Asamblea que es la que decide los castigos”