LA MUERTE NO SABE DE DISCRIMINACIÓN
Como ciudadana de Medellín y periodista, me siento con la responsabilidad de hacer un alto en el camino y reflexionar respecto a la situación actual. Hay un pensamiento que no deja de pasar por mi mente, ni mucho menos me deja dormir: la violencia e inseguridad no discriminan si usted es un ilustre personaje de la alta sociedad, famoso, ejecutivo, obrero, madre soltera, padre, hijo o hermano. La inseguridad permanece ahí, latente día a día, dispuesta a arrebatarnos la tranquilidad y la idea de lo que normalmente pensamos: “eso le pasa a otros, no a mí ni a los míos”. Erramos creyendo que somos inmunes. Pero, ¿y si la víctima del lamentable episodio ocurrido anteayer en el barrio El Poblado no hubiera sido Legarda?, un joven con metas, sueños y promesas por cumplir como muchos otros; ¿si en su lugar hubiese sido usted o alguien de su familia?
Ciertamente la muerte de los demás sí nos toca, nos duele y hasta nos hace conscientes de lo afortunados que somos porque la violencia, en muchos casos, no nos ha permeado directamente. Pese a eso, el sentimiento se disipa con el paso de los días.
Es inevitable para mí pensar que mi familia y yo estuvimos a tres escasas cuadras del lugar de los hechos. Quince minutos antes del suceso, mi madre caminaba cerca al lugar, en función de sus quehaceres, como cualquier otro ciudadano promedio; y pensar que estuvimos expuestas a esa desa- fortunada atrocidad, sólo me hace cuestionar el tipo de sociedad que estamos alimentando, llenándose de orgullo con la práctica de actos como la mal llamada “malicia indígena”, hasta tener comportamientos como si fuesen dioses y creerse que pueden vulnerar la tranquilidad de otros y disponer de sus vidas haciendo justicia por cuenta propia.
Y sí, es frustrante que en Medellín se realicen en promedio 89 robos al día y tengamos un alcalde que siempre diga: “Estamos trabajando por la ciudad”, pero que solo no puede. Necesita de nuestro compromiso, porque ni siquiera con los cientos de millones de pesos que invirtió en la compra de un helicóptero para apostarle a la seguridad, pudo prever que la vida de alguien que nada tenía que ver con un hurto, le fuera arrebatada de quienes lo amaban. No podemos darnos el lujo de creer que una vida puede costar menos que algo tan reemplazable como lo material
Es frustrante que en Medellín se realicen en promedio 89 robos al día.
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