El Colombiano

LUCES Y SOMBRAS EN POLÍTICA DE SEGURIDAD

- Por CARLOS ALFONSO VELÁSQUEZ * @CarlosAlfo­nsoVR Colprensa)

En el simbólico fuerte militar de Tolemaida, el Presidente de la República le presentó al país la “Política de Defensa y Seguridad para la Legalidad, el Emprendimi­ento y la Equidad”. Es decir, la estrategia del Estado para afrontar las amenazas a su seguridad, la misma que se constituir­á en el norte o marco de acción, tanto para las decisiones presidenci­ales como para las de los funcionari­os de las distintas institucio­nes relacionad­as con la defensa y la seguridad encabezada­s por las Fuerzas Militares y la Policía Nacional.

Entre las luces que se observan en el resumen publicado en la web de la Presidenci­a y en las informacio­nes de prensa, cabe destacar, en primer lugar, una premisa subyacente y transversa­l a dicha política, según la cual la principal amenaza a la seguridad interna es el vacío de institucio­nalidad en ciertos territorio­s, lo cual enhorabuen­a compromete al gobierno a lograr que la acción estatal no se limite al “control militar” de aquellos territorio­s sino al “control institucio­nal”. De esta manera se traza la meta de “fortalecer la legitimida­d estatal”, como respuesta adecuada al clamor acumulado para que las institucio­nes del Estado distintas a las de seguridad, como las de justicia, educación y salud, lleguen ¡por fin! a todos esos sectores de nuestra geografía en donde las organizaci­ones guerriller­as y del crimen organizado han encontrado terreno fértil para crecer o afianzarse.

También es de destacar que se clasifique­n como de interés nacional “principal y prevalente” el agua, la biodiversi­dad y el medio ambiente, por lo cual se convierte en una cuestión de seguridad nacional su protección y preservaci­ón “frente a intereses foráneos y a la acción depredador­a del narcotráfi­co, la extracción ilícita de minerales y la deforestac­ión”.

Sin embargo, y en detrimento de las bondades mencionada­s, hay unas sombras que ojalá se despejen durante su ejecución. Esas sombras arrancan desde las respuestas que aparecen en la web de la presidenci­a a las preguntas de ¿quién lo hizo? y ¿cómo lo hizo? pues en ninguna de ellas aparece participan­do la “Consejería para la Estabiliza- ción”, la denominaci­ón que de manera diciente reemplazó la de “Posconflic­to”. Y claro está, tanto en la presentaci­ón pública como en los textos arriba mencionado­s, queda en evidencia el propósito de evitar reconocer que en Colombia ha ocurrido un conflicto armado interno, que en adelante puede o no mantenerse en proceso de terminació­n completa.

Si dicho propósito no estuviera vigente, dentro de la caracteriz­ación de las “Zonas estratégic­as de Intervenci­ón Integral” y en las “Zonas de Construcci­ón de Legalidad”, al menos se hubieran podido mencionar aspectos tales como: “territorio­s más afectados por la violencia del conflicto armado” o “territorio­s con mayor número de litigios de tierras, pendientes de solución” o “espacios del territorio donde se estén implementa­ndo programas de desarrollo con enfoque territoria­l”. Esto hubiera contribuid­o mejor a fortalecer la legitimida­d estatal que tratar de revivir, con diferente denominaci­ón y más tecnología, las “redes de civiles informante­s” del 2002. (

Esas sombras arrancan desde las respuestas que aparecen en la web de la Presidenci­a.

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