GUERRA COMERCIAL EE.UU. - CHINA
Atrapada en medio de la guerra comercial que libran Estados Unidos y China desde el año pasado, Huawei es la principal víctima de un conflicto que amenaza con dañar a la economía mundial. Tras su inclusión en la lista negra de Washington por su supuesta amenaza a la seguridad nacional, el veto de Google, Intel, Qualcomm y otras grandes firmas tecnológicas norteamericanas puede afectar muy gravemente a este gigante chino de las telecomunicaciones.
La contienda dirigida contra Huawei, nace en el contexto que enfrenta a un momento crucial por la inminente puesta en marcha de las redes de 5G, la próxima generación de internet. Su hegemonía en dicho sector se halla en entredicho por la campaña de la Casa Blanca, que la ha vetado en Estados Unidos y está, tratando de influir sobre sus aliados. Líder en fabricación de equipos para las mayores operadoras telefónicas del mundo, por encima de Nokia y Ericsson, Huawei le disputa a Samsung el primer puesto en ventas de móviles.
Lo que presenciamos con esta guerra comercial es una disputa estratégica por la hegemonía mundial. A Pekín le preocupa que la política de Estados Unidos hacia ellos se acerque más a la contención de limitar y mantener el comunismo chino y sus mercaderías dentro sus fronteras por decirlo vulgarmente y a Estados Unidos le preocupa que China siga expandiendo y cimentando sus rutas de la seda y las bases militares en el exterior.
Empiece o no esta guerra comercial, duda que se funda en el impacto interno de la réplica de los países afectados y que se concentraran en la base política de Trump, como dice la Canciller alemana Ángela Merkel, “estamos presenciando cambios rápidos y drásticos del orden mundial y necesitamos estar atentos a estos nuevos desafíos” y que podrían transformarse en un choque tectónico de la arquitectura mundial.
Lo importante aquí no es equilibrar la balanza comercial ni crear más empleo en Estados Unidos sino el mantenimiento de su liderazgo tecnológico frente a la emergente potencia asiática. En este sentido, si China lograra encabezar esta cuarta revolución industrial tendría mayor influencia económica, política o diplomática.
En su lógica de empresario diestro, dominante, osado, de respuestas y resultados instantáneos, Donald Trump odia el déficit comercial y particularmente, cuando es la evidencia de que EE.UU. pierde en el mercado global porque compra más de lo que vende ■
Lo que presenciamos en esta guerra es una disputa por la hegemonía mundial.
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