El Colombiano

¿BORRÓN Y CUENTA NUEVA?

- Por BEATRIZ DE MAJO beatriz@demajo.net.ve

Varios fracasos en los esfuerzos de ambas partes, de China y de Estados Unidos, por conseguir un entendimie­nto en materia comercial precediero­n a la reunión cumbre del G20 del fin de semana. El mundo entero estuvo en vilo, tomando medidas de cautela frente a la posibilida­d inmediata de una desacelera­ción y esperando que los dos gigantes depusieran la actitud agresiva que han mantenido los últimos meses vis à vis del otro.

Al fin un acuerdo entre ambos mandatario­s, al margen del encuentro del G20, le da un respirito a las tensiones. Pero es solo eso, una especie de pálida tregua. El americano aceptó retirar sus aranceles a las nuevas importacio­nes provenient­es de China y también dejó sin efecto la prohibició­n impuesta a las empresas americanas de vender componente­s y productos a Huawei. El chino, de su lado, se dispone a autorizar mayores compras del sector agroindust­rial a Norteaméri­ca y también decidió no imponer nuevas tasas a importacio­nes futuras. Un detalle bueno adorna esta especie de final feliz y es que ninguno de los dos lados se atrevió a establecer fechas topes para el entendimie­nto que se rompió bruscament­e en mayo, sin que aún sepamos por qué. Un detalle malo es que los dos mandatario­s no miraron para atrás. Los castigos tarifarios pasados no fueron desmontado­s.

Así pues, este entendimie­nto no es cuestión de “borrón y cuenta nueva”.

Los problemas de fondo subsisten, no cabe duda, porque su calibre es grueso. Estados Unidos sigue consideran­do un asunto de seguridad estratégic­a el errado comportami­ento chino en materia de protección de derechos intelectua­les y Trump no es de los que está dispuesto a permitir tal tipo de lesión a los avances tecnológic­os de su propio país, sobre los que China impone transferen­cias forzadas.

Además, es claro que cada paso que emprenda el presidente americano en este momento será medido en función de la consecuenc­ia que tenga sobre su oferta electoral. Aumentar las exportacio­nes de sus zonas rurales a China, por ejemplo, solo puede ser vista como una jugada de impacto en ese terreno.

Del lado chino, Xi no comulga con la aspiración norteameri­cana de equilibrar por la fuerza el comercio entre ambos titanes. Xi considera bien ganada su supremacía comercial frente a Estados Unidos y pretende seguir inundando el mercado americano de productos altamente subsidiado­s. Tampoco China moverá una brizna de paja a favor de las derogatori­as legales a que sus socios comerciale­s aspiran en el terreno comercial y tecnológic­o.

Es por un conjunto de razones de peso, pues, que las posiciones contrapues­tas de las dos mayores economías mundiales no consiguen avenirse, aunque de ambos lados existan buenas razones para estar constantes en que, como asegura Xi, todos extraen menos de la confrontac­ión. Ello sin contar con que las dos economías han tenido que hacer frente a un nuevo elemento externo cual es al debilitami­ento de la demanda global a la desacelera­ción económica planetaria como consecuenc­ia de la anticipaci­ón de los mercados mundiales frente a una guerra que se anuncia cáustica en extremo.

La de Osaka, solo es un compás de espera alcanzado más por el avenimient­o de las personalid­ades de los actores que por otra razón y tal tregua no puede calificars­e del fin consensuad­o de una guerra. Los motivos siguen intactos y escalarán en la medida en que el tiempo avance. Donald Trump y Xi Jinping apenas han pasado la página sobre sus mutuas desavenien­cias

Donald Trump y Xi Jinping apenas han pasado la página sobre sus mutuas desavenien­cias.

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