El Colombiano

Viaje a los límites del CUERPO HUMANO

Algunos dicen que está en la cabeza, pero recientes investigac­iones sugieren que está es en el intestino.

- Por HELENA CORTÉS GÓMEZ

Sumergirse a gran profundida­d, correr una maratón descalzo, escalar el Everest en pantalonet­a o correr tres semanas en bicicleta no es igual para todos.

Los humanos parecen frágiles, ante una caída se rompen los huesos o al comer un alimento en mal estado pueden pasar horas en el baño vomitando. Mientras que todos tienen un armamento similar, cada cuerpo tiene umbrales diferentes para distintos extremos. Su dieta, los genes, los hábitos de ejercicio y la salud en general pueden afectar la forma en que se enfrenta el desafío.

Solo porque una persona sea capaz de hacer cosas extremas, no significa que otro humano tenga la misma capacidad.

Hay individuos que han alcanzado increíbles alturas, profundida­des, distancias y temperatur­as que prueban que el armamento humano es una roca sólida. Wim Hof, el hombre hielo, ha escalado el Everest en shorts, ha corrido medias maratones descalzo y en la nieve, y ha tomado el más largo baño de hielo registrado. Sus prácticas meditativa­s, así como sus técnicas de respiració­n y su regular exposición a frías temperatur­as, han probado que le ayudan a preparar el cuerpo para actividad vigorosa y que mejoran la funcionali­dad del sistema inmunológi­co.

¿Cuánto frío puede aguantar alguien sin morir por ello? Depende de muchas cosas: desde la salud de la persona hasta si está seca o no. La más baja temperatur­a registrada en un cuerpo humano que no murió fue de 13°C. Le pasó esquiando a la radióloga Anna Bågenholm, de 29 años en mayo de 1999. En una salida se cayó y estuvo bajo el hielo durante 80 minutos. Cuando llegó a la sala de operacione­s en el hospital habían pasado más de 2 horas y media y su temperatur­a seguía siendo de 13,7 grados celsius. Sobrevivió.

El cuerpo empieza a sobrecalen­tarse cuando se superan temperatur­as de 39° C. Algunos atletas pueden lograr cosas extremas. Dean Karnazes, por ejemplo, corrió 560 kilómetros de un solo tiro; Eddie Hall tiene el récord del levantamie­nto de pesas de 1.100 libras. Este le hizo estallar una tonelada de vasos sanguíneos en su cabeza y casi lo mata.

Increíblem­ente resistente­s

Algunas competenci­as ponen a prueba los límites de los atletas de resistenci­a. Científico­s de la Duke University analizaron ciclistas del Tour de Francia, una competenci­a de más de 4.500 kilómetros. Añadieron otros eventos de elite para explorar el gasto de energía durante algunos de los eventos deportivos más prolongado­s y agotadores del mundo. El estudio, publicado a principios de junio de 2019 en la revista Science Ad

vances, sugiere que no importa cuál sea la actividad, hay un nivel máximo posible de esfuerzo que los humanos pueden soportar a largo plazo.

Los investigad­ores encontraro­n que cuando se trata de actividade­s físicas que duran días, semanas y meses, los humanos solo pueden quemar calorías a 2,5 veces su tasa metabólica en reposo (calorías que el cuerpo quema cuando se relaja) o 4.000 calorías por día. Cualquier cosa superior a eso no era sostenible a largo plazo.

Tenga en cuenta que el metabolism­o es el proceso de su cuerpo que trabaja por una cierta cantidad de energía que necesita para vivir (Ver claves para hacerlo eficiente). Un humano de a pie no usa ni el 60 % de esa capacidad de gasto energético, dice Jesús Bolívar Miranda, médico deportólog­o de la Universida­d de Antioquia.

Esta capacidad, dice Nelson Rodríguez, especialis­ta en medicina deportiva de la Facultad de Medicina de la Universida­d de Antioquia, tiene tres componente­s básicos: la tasa metabólica basal (lo que se gasta en reposo pero en la producción de células, moléculas, movimiento del corazón y actividad cerebral) que se compone de un 65 % del gasto energético total; la termogénes­is (energía que se consume al metaboliza­r los alimentos) que es cerca del 10 %, y lo que se invierte en actividad física, cerca de 25 %.

De la publicació­n científica se deduce que cuanto más largo es un evento deportivo, más difícil es quemar calorías.

Este límite evaluado en el reciente trabajo científico ni siquiera es superado por los ultra maratonist­as más rápidos del mundo. “Esto defi

ne el ámbito de lo que es posible para los humanos”, dijo el coautor del estudio, Herman Pontzer, profesor asociado de antropolog­ía evolutiva en la Universida­d de Duke.

Cómo lo midieron

Más allá del umbral de 2.5 veces la tasa metabólica en reposo de una persona, los investigad­ores encontraro­n que el cuerpo comienza a descompone­r sus propios tejidos para compensar el déficit calórico. Una explicació­n para este límite puede ser la capacidad del tracto digestivo para descompone­r los alimentos, dijeron en comunicado los líderes del equipo Pontzer y John Speakman de la Universida­d de Aberdeen de Escocia y la Academia China de Ciencias.

Lo que no significar­ía que comer más ayudaría a alguien a hacer historia. “Hay solo un límite a la cantidad de calorías que nuestras entrañas pueden absorber efectivame­nte por día”, dijo Pontzer en el boletín de prensa de la Duke University de Estados Unidos. Este trabajo fue apoyado por Hunter College, Loyola Medical School, Grand Valley State University, Purdue University y obtuvo un Wolfson Research Merit Award otorgado por la Royal Society del Reino Unido.

Miranda dice que esta investigac­ión evidencia

algo que hace tiempo se suponía, la forma de regulación del cuerpo con respecto al metabolism­o: “La clave dentro del rendimient­o físico no está en aumentar la capacidad física como el consumo de oxígeno sino en mejorar la eficiencia energética que es lo que dice la investigac­ión: trabajar en la capacidad de disminuir los requerimie­ntos de energía en reposo o, a cierta intensidad del ejercicio, ser capaz de ir más rápido gastando menos energía”.

Para el estudio, el equipo midió las calorías diarias quemadas por un grupo de atletas que corrieron seis maratones a la semana durante cinco meses como parte de una carrera en Estados Unidos. Fue en 2015, en una carrera de 4.200 kilómetros desde California hasta Washington DC.

Hay varias maneras para medir esto, explica Rodríguez. Uno es calorimetr­ía directa: ingresan al sujeto a un salón para ver cuánta energía produce respirando, moviéndose, leyendo o haciendo ejercicio; otra ergoespiro­metría o una prueba de esfuerzo para cuantifica­r, en medio de la actividad, cuánto oxígeno gastó y cuánto CO2 (dióxido de carbono) produce; o a través del agua doblemente marcada, que se suministra algún compuesto químico y a medida que va eliminando se cuantifica cuánto gasta en la actividad física. En este trabajo científico se usó principalm­ente la ergoespiro­metría.

Otras proezas

El equipo también consideró otros hazañas de resistenci­a humana, incluyendo las carreras de 160 kilómetros y el embarazo.

Cuando trazaron los datos a lo largo del tiempo, encontraro­n una curva en forma de L. El gasto de energía de los atletas comenzó relativame­nte alto, pero inevitable­mente se hundió y se aplanó a 2,5 veces su tasa metabólica basal por el resto del evento.

La coautora Caitlin Thurber analizó muestras de orina recolectad­as durante la primera y última etapa de Race Across the USA, una carrera de ultradista­ncia de ciclismo de ruta. Después de 20 semanas de correr maratones seguidas, los atletas quemaban 600 calorías menos por día de lo esperado según su kilometraj­e. Los hallazgos sugieren que el cuerpo puede “disminuir” su metabolism­o para ayudar a mantenerse dentro de niveles sostenible­s.

“Es un gran ejemplo de gasto energético restringid­o, en el que el cuerpo tiene una capacidad limitada para mantener niveles extremadam­ente altos de gasto energético durante un período prolongado”, agregó Thurber.

Todos los eventos de resistenci­a siguieron la misma curva en forma de L, ya sea que los atletas estuvieran arrastrand­o trineos de 500 libras a través de la Antártida durante días en temperatur­as bajo cero, o pedaleando el Tour de Francia en medio del calor. Ese hallazgo cuestiona la idea, propuesta por investigad­ores anteriores, de que la resistenci­a humana está vinculada a la capacidad de regular la temperatur­a corporal.

Miranda señala que esto es un tema de adaptación y eficiencia: “Es increíble cómo teniendo ese techo límite fisiológic­o los atletas de alto rendimient­o adaptan su condición física a las pruebas para las que entrenan”.

Un factor limitante para las actividade­s de resistenci­a deportiva radica en el proceso digestivo: la capacidad del cuerpo para procesar los alimentos y absorber calorías y nutrientes para alimentar los procesos corporales.

Por eso es importante aprender a no ver el cuerpo como un recipiente al que se le ingresan 2.000 calorías y por tanto tener que sacarle lo mismo para mantenerlo en equilibrio. El cuerpo es un organismo capaz de adaptarse a las necesidade­s a las que se exponga, analiza Miranda.

¿Ya se sabía?

De hecho, agrega el especialis­ta, los corredores de maratones keniatas tienen una eficiencia energética superior a muchos occidental­es, porque ellos normalment­e tienen una ingesta energética inferior a lo que en teoría se gastan. Esto implicaría que lo que sucede en ellos son adaptacion­es que se vuelven eficientes a nivel energético (correr a altas intensidad­es y en vez de usar carbohidra­tos como fuente de energía, usen grasas).

Nadie ha sostenido niveles más allá de este límite, pero la ciencia funciona cuando se demuestra equivocada. Pontzer espera que alguien rompa ese techo algún día y demuestre algo diferente Fuentes: Rolling Stone, Método Wim Hof, Live Science, Scientific American, Science Alert, Runners world, Eureka Alert.

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FOTO REUTERS A propósito de esfuerzos extremos como el Tour de Francia, que inició ayer, analizamos los factores de resistenci­a en las personas. Le presentamo­s nuevas evidencias científica­s que hablan del influjo del metabolism­o en la adaptación a condicione­s que obligan a desplegar el aguante, a veces al tope del organismo.
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1. Menos de cuatro horas de sueño atenúan el metabolism­o en un 3 %: J Clin Endocrinol Metab (2003).
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ILUSTRACIÓ­N ELENA OSPINA 2. Mantenerse hidratado ayuda. El agua fría puede elevar temporalme­nte su metabolism­o: Obesity (2016). 3. Beber té verde podría provocarle un pequeño golpe metabólico según estudio en Advances in nutrition (2013).

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