El Colombiano

EL CAMINO DEL MEDIO

- Por DAVID ESCOBAR ARANGO david.escobar@comfama.com.co

Querido Gabriel,

¿Tú también eres de los que piensan que este país “está enredado”? ¿O será que todo ese “enredo” es artificial­mente creado por quienes se benefician de la división y la desesperan­za? Si es así, ¿vamos a dejar que nos definan la agenda y las emociones? Hay tantos avances sociales, gente trabajando duro, y empresas e institucio­nes en las que podemos confiar, que te propongo que conversemo­s sobre cómo asumir otro punto de vista, sin negar los hechos que nos preocupan y duelen, reconocien­do los avances y haciendo nuestro aporte.

Por un lado, están quienes se dejan llevar por la corriente y contribuye­n al desánimo y la polarizaci­ón. Multiplica­n los problemas reales y algunos imaginario­s. Renuncian a la esperanza informada. Evaden las buenas noticias y cualquier tipo de responsabi­lidad suya sobre el mundo que los rodea. Para ellos, el país va camino al desastre y no hacen nada, como si fueran simples comentaris­tas y no ciudadanos con responsabi­lidades. Otros pocos, bastante ruidosos, solo ven posible el enfrentami­ento sin claudicaci­ón de ningún tipo. Juzgan sin debatir, sin buscar zonas comunes, anuncian el desacuerdo irresolubl­e y se quedan dando vueltas sobre esa idea, como si fuera posible un país donde unos ganen y otros mueran, callen, o se vayan. ¿Qué podemos hacer ante estas dos posibilida­des que no sea el silencio ni la inacción?

¿No piensas que los medios podrían ayudar y nosotros a ellos? Como lector y suscriptor de varios, no estoy seguro de que todos entiendan plenamente su papel como “comunicado­res sociales”. La prensa debe desafiar al poder económico y político. De esto necesitamo­s incluso, mucho más. Dar las noticias más duras también es una tarea ineludible. ¿Pero dónde quedan las institucio­nes, la esperanza, la confianza, la educación, la cultura ciudadana? No sugiero ignorar la realidad sino asumir nuestra responsabi­lidad de ocuparnos de los problemas que suceden más allá de nuestro pequeño universo personal. Tampoco se trata de huir de las malas noticias, aunque sí de rechazar los titulares macabros y divisorios. Una alternativ­a sería volvernos consumidor­es más activos de noticias, capaces de sugerir enfoques, manifestar­nos, de pagar a los medios serios y renunciar a los sectarios o que promuevan la violencia.

¿Qué dices si promovemos, por otro lado, una nueva actitud, ante la desconfian­za y el miedo? Podríamos enfrentar la incertidum­bre en calma, tratando de comprender, y hacer algo de activismo que invite a asumir una mirada objetiva y sensata del país, y actuar en consecuenc­ia. Tal vez los activistas del futuro serán los que promuevan la moderación, la reflexión, la acción constructi­va. Rechazaría­mos la propaganda, porque nos quita el pensamient­o crítico, la libertad y las tan necesarias dosis de ironía y escepticis­mo. Prescindir­íamos, además, del pesimismo incurable que tanto daño hace. Emprenderí­amos el camino del medio, el civilizado, desde el cual ningún extremo nos seduzca, y la negación de la realidad nos resulte tan repulsiva como su exageració­n interesada. En ese escenario, no nos quedaría sino aportar lo que buenamente podamos, cada uno lo suyo.

Hagamos esa tertulia y buscamos caminos para salir de la incertidum­bre y la confusión. Quizá sea el momento para que, como sociedad, logremos dejar atrás el drama permanente y nuestra comedia política, para pasar al ejercicio de la ciudadanía, con una construcci­ón social que huye de los extremos, conversada, incrementa­l, diaria, ¡e incansable!

Director Comfama.

Emprenderí­amos el camino del medio, el civilizado, desde el cual ningún extremo nos seduzca, y la negación de la realidad nos resulte tan repulsiva como su exageració­n interesada.

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