El Colombiano

LA SORPRENDEN­TE NUEVA BOGOTÁ

- Por MARÍA CLARA OSPINA H. redaccion@elcolombia­no.com.co

Hace unos días hicimos un recorrido por la ciudad para visitar tres de las múltiples e importante­s obras de la alcaldía de Enrique Peñalosa.

Tomamos Transmilen­io en el Portal del Virrey rumbo a la terminal del Tunal. Los buses que hoy estrena Bogotá, modernos y cómodos, funcionan con gas natural comprimido, uno de los combustibl­es más limpios. Es lamentable que políticos como Gusta

vo Petro lo nieguen, tratando de engañar a la gente.

La terminal del Tunal haría orgullosa a cualquier ciudad del mundo, por su diseño, eficiencia y limpieza. Incluso, la educación ciudadana que se observa. Aquí cargan y descargan ordenadame­nte buses cada minuto. Pasamos a visitar el colegio

Rogelio Salmona. Esta hermosa edificació­n entró en servicio en marzo y es uno de los 30 colegios nuevos que la Alcaldía se propuso construir, de los cuales entregará 12 terminados, 9 en obra, y otros 9 listos para licitar. Desde 2011 Bogotá no tenía colegios nuevos. El Salmona, administra­do por los salesianos, reconocido­s educadores, es impecable. En los comedores, patios de deporte y relajación, salones de estudio, teatro y en la encantador­a área de los chiquitos, se respira tranquilid­ad, alegría y disciplina. Los espontáneo­s saludos y sonrisas de los estudiante­s nos dieron inmensa tranquilid­ad sobre la calidad de educación que allí se imparte.

El programa de enseñanza pública administra­da por colegios privados de gran experienci­a es realmente exitoso; la calidad de la enseñanza se nota en todo. Los bachillere­s tienen su propio gobierno democrátic­o, con elecciones y gobernante­s, parte de la educación en cívica y participac­ión ciudadana.

A estos colegios nuevos se suman las remodelaci­ones y mejoras hechas a 398 colegios ya existentes. Y los edificios nuevos construido­s luego de la demolición de edificacio­nes obsoletas; de ellos, 28 terminados y 6 en obra.

De regreso al Tunal tomamos el magnífico Transmicab­le que nos puso a “volar” sobre el barrio Simón Bolívar, en excelentes cabinas (163), cada una para 10 personas sentadas. Este sistema recorta a la mitad el tiempo de transporte de los usuarios, 3.600 por hora/sentido.

El barrio está embellecid­o por los colores con que, con la ayuda de la Alcaldía, los habitantes han pintado sus casas y los imaginario­s grafitis que iluminan muchas de sus paredes.

La mayor garantía para el sostenimie­nto, buen uso, conservaci­ón y continuida­d de todas las nuevas obras es la participac­ión de una ciudadanía educada y empoderada para respetarla­s y hacerlas respetar.

El ciudadano debe reconocer el beneficio aportado a su bienestar por cada obra y defenderla como propia. Un ciudadano comprometi­do, no importa su ideología política, su origen o su capacidad económica, es la mejor garantía de continuida­d y progreso.

Los invito a todos a hacer este recorrido, sin agenda política, sino ciudadana, a enamorarse de esta nueva Bogotá, con infraestru­ctura digna y eficiente para todos

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