El Colombiano

JUBILAR A LA “DOCTORA CORREA”

- Por ANA CRISTINA RESTREPO J. redaccion@elcolombia­no.com.co

Por allá en los años noventa, en los pasillos de EL COLOMBIANO, un jefe de redacción solía decirme: “A usted le faltaron citas con la doctora Correa”…

Desde la Biblia se ha dado constancia de la amplia trayectori­a de la “doctora Correa”, que durante siglos ha normalizad­o el maltrato infantil como “prueba de amor” (reforzado con la idea religiosa del sufrimient­o físico como purificaci­ón del alma).

Francia acaba de aprobar la “Ley antibofeta­das”, una reforma legal que prohíbe los castigos físicos a los niños. El primer país que desterró el maltrato infantil fue Suecia, en 1979. En los ochenta, le seguirían Finlandia, Noruega y Austria. Hoy, son casi sesenta los Estados que se han sumado a la Convención sobre los Derechos del Niño con la abolición jurídica de esa forma de abuso.

Puesto que en pleno siglo xxi la mayoría de países del mundo todavía no considera específica­mente en su legislació­n la prohibició­n del castigo físico a los niños, los académicos todavía se ven obligados a organizar encuentros para presionar la formulació­n de políticas públicas. La Universida­d de La Sabana, por ejemplo, fue la sede del I Encuentro Internacio­nal sobre castigo físico; la misma institució­n presentó el estudio “Castigo físico: la voz de los niños en Colombia”, el cual reunió niños entre 6 y 17 años de las cinco regiones del país para hablar sobre reprimenda­s. Más de la mitad de los niños entrevista­dos aseguró que sus padres utilizan el castigo físico, de diversas maneras: mediante un objeto (47 %), una palmada (37 %), un pellizco (29 %) una cachetada (20 %) o una golpiza (7,9 %).

De acuerdo con el Banco Interameri­cano de Desarrollo, en la región de Latinoamér­ica y el Caribe “los hijos de una madre con estudios secundario­s completos o más tienen solo la mitad de probabilid­ades de ser castigados con severidad si se les compara con los hijos de una madre con escuela primaria incompleta o menos”.

Pero ¿ bastará con la formación académica? ¿Será suficiente que en Colombia el Plan Nacional de Desarrollo aspire a reducir 43,6 puntos la tasa de violencias contra menores? Conozco profesiona­les que afirman sin pudor que “una ‘ pelita’ de vez en cuando no traumatiza”: ¿acaso le pegarían a un colega o un vecino si hace algo incorrecto? ¿Por qué, entonces, sí lo hacen con su hijo?

Porque te quiero, no “te aporrio”.

Tengo tres hijos adolescent­es que me superan en tamaño: ni mi esposo ni yo los hemos agredido (por supuesto que nuestros niños “nos sacan la piedra”, ¡pero jamás la tiramos!). A mi marido lo castigaron físicament­e en la casa y en el colegio; a mí jamás me dieron “una pela”, a mi hermano sí. Es imperativo romper ciclos culturales, retornarle el valor al ejemplo, a la palabra como vía para aprender juntos, para resolver conflictos.

( El castigo psicológic­o es una historia aparte, tan repudiable como el físico: quienes pasamos por los tristement­e célebres “juicios” del colegio La Enseñanza fuimos víctimas de ello. Por fortuna, desapareci­eron).

Nuestra sociedad está harta de guapos que, incapaces de discernir entre generar temor y despertar respeto, despliegan su poder a fuerza de alaridos y rejo. Las leyes no bastan: nos urge un cambio cultural, un pacto social para jubilar a la “doctora Correa”

Nuestra sociedad está harta de guapos que, incapaces de discernir entre generar temor y despertar respeto, despliegan su poder a fuerza de alaridos y rejo.

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