EDITORIAL
La Comisión de Regulación de Comunicaciones deberá definir sin más dilaciones si hay dominancia en el mercado móvil en Colombia. No es cuestión de opiniones, sino decisión técnico-jurídica basada en los datos objetivos.
“La Comisión de Regulación de Comunicaciones deberá definir sin más dilaciones si hay dominancia en el mercado móvil en Colombia. No es cuestión de opiniones, sino decisión técnico-jurídica basada en los datos objetivos”.
La posibilidad de declarar a una empresa como operador dominante en un sector es una decisión eminentemente técnica, que no depende de opiniones o pareceres; los datos son tozudos, están disponibles y un regulador profesional debe poder pronunciarse, sin presiones, atendiendo los criterios jurídicos vigentes aplicables en un marco de respeto al debido proceso. Esa decisión implica no solo dirimir un contencioso empresarial sino que compromete, ante todo, el bienestar de los colombianos y el desarrollo tecnológico del país.
Colombia no se puede quedar atrás en un proceso fundamental como es estar conectado para que la sociedad goce de los beneficios de la digitalización. El país, que cree en una economía de mercado, no puede permitirse fallas en sus estructuras que obstaculicen el acceso a servicios tan importantes como los de telecomunicaciones, a la innovación en un sector y a la participación de varios actores que dinamizan la competencia, lo cual se traduce en mayores beneficios para los colombianos.
En ese marco, la autoridad reguladora debe actuar a tiem
po, sin dilaciones injustificadas, más si el mercado del que dependen sus decisiones es transversal al desarrollo de la nación. En la cuarta revolución industrial la economía dependerá más que nunca de las redes que soportarán la conectividad y este insumo fundamental debe crecer en un mercado sano y equilibrado.
La discusión que se ha ventilado los últimos días parece demasiado técnica para la opinión pública. Es muy distante para el colombiano de a pie, pero toma una trascendencia diferente cuando se entiende que tiene una relación directa con un aparato que todos cargamos en los bolsillos, que a su vez se relaciona con la conectividad en los hogares, con el entretenimiento que disfrutamos en casa, con el acceso a la educación y la posibilidad de trabajar.
La amenaza en un mercado en el que se presentan factores de dominancia es que las consecuencias no se ven a corto plazo. Si el libre mercado no es suficiente para trasladar los beneficios de la competencia a los clientes, es donde el regulador debe actuar, y el beneficio es justamente que la competencia se mantenga. No se trata de una decisión que favorece a uno u otros actores de un mercado, se trata de una decisión que debe garantizar que dicho mercado funcione para que la competencia, con varios representantes, contribuya al desarrollo económico.
La Comisión de Regulación de Comunicaciones ha entendido la importancia de la decisión que tiene entre manos, cuando ha identificado fallas en el mercado de telecomunicaciones. En manos del Gobierno, en cabeza de la ministra TIC y de la directora de Planeación Nacional –también como miembros del regulador– está la tarea de impulsar una agenda que garantice las inversiones del sector, para lo cual es necesario contar con las decisiones que generen equilibrio en el mercado de telecomunicaciones y corrijan fallas estructurales, que de no ser resueltas y definidas a tiempo, ahora, los perjudicados finales serán los colombianos y el país en su anhelo de crecimiento y desarrollo