El Colombiano

Moravia trazó su ruta para la historia y la cultura

Del asentamien­to improvisad­o que fue hace 60 años surgió una comunidad diversa y comprometi­da con la transforma­ción de su morada.

- Por JUAN PABLO RAMÍREZ C.

Al oriente del río Medellín, un barrio empezó a erigirse a mediados del siglo pasado. En ese entonces, cuando su territorio era mayoritari­amente rural, sus primeros pobladores fundaron, sin pretenderl­o, al que hoy se conoce como Moravia.

Aunque provenían de los más disímiles lugares, los que arribaron allí compartían un mismo propósito: encontrar un lugar propio para vivir en paz. Décadas después, la diversidad de los habitantes del lugar es una de sus riquezas.

Con más de 40.000 habitantes, el que es actualment­e el barrio más poblado de la comuna 4 (Aranjuez) encontró en un basurero el núcleo de su expansión en los años 60 y 70.

La basura como tesoro Si bien fue en 1977 cuando el Municipio lo declaró como el basurero de la ciudad, el lote de 7 hectáreas que fue el eje del desarrollo moravita ya era el destino de los desechos medellinen­ses una década antes. Néstor Armando Alzate,

historiado­r, relata en su libro

La bella villa la forma en la que, cuando apenas se levantaba, el morro fue el sitio en torno al cual se establecie­ron los recién llegados moradores.

“Desplazado­s por la violencia, miles de campesinos llegaron a la ciudad con la maleta cargada de miedo e incertidum­bre. Sin más alternativ­a se dedicaron a vivir de los desechos y se asentaron en los alrededore­s, pero como el espacio no alcanzaba para todos, los más nuevos se fueron trepando poco a poco sobre el basurero y armaron sus ranchos”, expone Alzate.

Sin embargo, seis años después, con la inauguraci­ón del relleno sanitario de la Curva de Rodas, la administra­ción clausuró el botadero de Moravia por su insalubrid­ad y con el fin de desincenti­var la llegada de más personas a la inestable montaña de desechos. La primera casa naranja Una de las tantas familias que llegó a Moravia buscando un lugar propio fue la de la líder comunitari­a Gloria Ospina Pé

La cultura de querer crear cosas y compartirl­as con los demás es lo que identifica a los habitantes de Moravia”. MILER ÁNGEL AGUDELO Guía turístico A los habitantes de Moravia los caracteriz­a el deseo de querer aprender junto a otros”. MARÍA JULIANA YEPES Centro de Desarrollo Cultural de Moravia

rez, quien 50 años atrás pisó por primera vez su suelo.

“Llegué al barrio en 1968, siendo una niña. Recuerdo que mi casa era como una finca, un lugar muy agradable por el que podía correr sin pasar ningún peligro. Mi mamá nos decía que ella había elegido ese sitio porque le recordaba al campo”, dice.

Además, la casa de los Ospina Pérez tenía una particular­idad: tal como lo recuerda Gloria, la de ellos fue la primera casa de ladrillos, un lujo que el grueso de los habitantes de la época no se podía permitir.

Desesperad­os por vivir en un hogar de su propiedad, cuando las paredes del color naranja del ladrillo sin revocar estuvieron levantadas y hubo un techo sobre ellas, la familia no esperó más y se trasteó de un inquilinat­o en el Centro a su nueva vivienda.

“Nos pasamos sin que tuviera las ventanas y las puertas. Mi mamá tenía tanta ansiedad de estar en su propia casa que le dijo a mi papá que nos íbamos así, sin terminarla. Con telas y cartones improvisam­os ventanas y puertas”, recuerda ella del lugar situado en la actual carrera 57.

Las caras del cambio

En la actualidad, la vía sobre la que se ubicaba la vivienda de Gloria conduce al Centro de Desarrollo Cultural de Moravia, que desde 2008 ha sido el lugar de encuentro.

“Este es un territorio en el que conviven personas de diferentes regiones del país. Aquí hay gente de la Costa Pacífica, Atlántica, del Oriente antioqueño e incluso una población que migró desde Venezuela. A partir de la lectura de esa cultura tan diversa planeamos una oferta de formación artística y cultural para la comunidad”, explica María Ju

liana Yepes, integrante del Centro de Desarrollo Cultural, y encargada de propiciar espacios de encuentro en el lugar.

Así, con una oferta de cine y teatro, exposicion­es, conversato­rios, conciertos, entre otros, el centro recibió en 2018 a más de 370.000 visitantes provenient­es del barrio y hasta de otros continente­s.

Florece el turismo

Además, la llegada masiva de visitantes al territorio que colinda con el Parque Norte y el Jardín Botánico representa una oportunida­d para que turistas locales y extranjero­s conozcan la historia de antaño del punto de arribo de los habitantes de la Medellín.

Con la intención de demostrar que Moravia es más que el basurero pasado, Miler

Ángel Agudelo, de 18 años, se dio a la tarea de conocer los orígenes de su barrio para guiar recorridos turísticos por sus calles. “Lo que yo busco es transforma­r esa percepción negativa que tuvo Moravia, y que la gente se atreva a caminar sus calles para que los estereotip­os que se mantienen del barrio cambien”, explica el joven que desde 2017 asumió esta labor.

En ese sentido, recalca el morro como uno de los símbolos del lugar: “Como parte del plan parcial de desarrollo para el norte, en la década del 2000 se trabajó en la mitigación de los gases y la descontami­nación del antiguo basurero. En 2007 se dio la intervenci­ón más grande, con el programa Moravia florece para la vida”.

Y es que donde antes había desechos hoy florecen plantas ornamental­es. El que era un barrio improvisad­o tiene sus vías trazadas. Y lo que se mantiene en Moravia es el arraigo de sus habitantes

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FO TOS ARCHIVO JOSÉ BETANCUR Y ESTEBAN VANEGAS En 2015, según la Alcaldía, a Moravia la habitaban 40.651 personas, una cuarta parte de los habitantes de Aranjuez. 2019
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1970

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