El Colombiano

SOBRE LEONARDO DA VINCI

- Por JOSÉ GUILLERMO ÁNGEL memoanjel5@gmail.com

Estación Renacimien­to, nombre que le puso Voltaire a ese fenómeno (o gusto de los Medici, si se quiere) propiciado por la palabra humanismo en el siglo XV con extensione­s al XVI. Y a la que llegan artistas, críticos de arte y copiadores de trazos; señoras gordas que buscan de qué hablar, arquitecto­s y urbanistas que se siguen haciendo la pregunta sobre una ciudad de dos pisos, historiado­res y eruditos que buscan lo que no se ha dicho o mostrado, escritores que retuercen la época, estudiosos (que serían los que estudian, pero el asunto no es claro), financista­s que se hacen la pregunta de cómo se movía el oro en ese tiempo, políticos que buscan un resumen de El Príncipe, de Maquiavelo, y algunos que quisieran un Decamerón lustrado o algo más lascivo, como los poemas de Pietro

Aretino. Y en este espacio, los seguidores de Leonardo Da

Vinci, defensores de su inteligenc­ia, arte y vicios.

De alguna manera, quizá por la diversidad de frentes que cubrió, Leonardo Da Vinci representa al Renacimien­to, sus búsquedas racionales y teológicas, pecados con y sin perdón, logros en ingeniería y arquitectu­ra; envidias, mezquindad­es, ultrajes y demás caricatura­s. Y detrás de esa sonrisa de la Gioconda (que tiene manos grandes, de campesina), que juega con más especulaci­ones que certeza (quizá la boca fuera de esa forma), Leonardo se mueve haciendo máquinas, estudiando anatomía en los cuerpos de los ahorcados, componiend­o música, escribiend­o al revés y dejando apuntes sobre su oficio, lo que incluye datos marginales sobre lo demás. Y al final de sus días, haciendo nada y bien pago, en las tierras de Francia y bajo el amparo de Francisco I. Lo que no está mal, luego de haber sobrevivid­o a

gente del talante de Ludovico El

moro, Beatriz del Este, algunos cardenales y comerciant­es, y a uno de corta estatura y rabioso, como sugiere Par Lagerkvist en su novela El enano.

Leonardo, al que se le ha estudiado el método de investigac­ión y trabajo, su infancia en el campo y los aprendizaj­es en la ciudad (lo que le crearía una inteligenc­ia particular, como dice Marcel Brion), perdonado su extraña sexualidad y siempre representa­do por una tabla en la que sonríe una mujer, es el símbolo de una percepción completa del mundo, que no es una entidad que se fracciona sino que está entero cuando la técnica se une al arte, el pensamient­o a la música y la curiosidad a la pregunta continuada. Lo que sería la educación.

Acotación: de Leonardo Da Vinci se puede aprender mucho, en especial sobre perspectiv­a, que no es solo la reunión de puntos de fuga que crean la tercera dimensión (profundida­d) sino la manera de pensar llegando a todas las posibilida­des, incluidas las inversas, lo que les serviría mucho a nuestros políticos. Leonardo se puede ver bien en la exposición de la UPB

De alguna manera, quizá por la diversidad de frentes que cubrió, Da Vinci representa al Renacimien­to, sus búsquedas racionales y teológicas, envidias...

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia